—Les ordenarás que vengan aquí.
—No haré una mierda hasta que expliques tus razones.
—Nos están ocultando cosas, algo que tiene un impacto directo en nuestra seguridad.
—Javier, no puedes andar haciendo esas acusaciones sin pruebas. —intervine, sintiéndome protector hacia los Arancea.
—Oh, tengo pruebas. —sus ojos se clavaron en los míos, lanzándome una mirada ardiente.
—No, Javier, ellos tienen su propia manada. No tenemos ningún derecho a interferir en lo que sucede dentro de su manada, a menos que nos impacte directamente o pidan ayuda. —el aura de papá emanó de él, equiparándose a la de Javier, pero esa no era el aura completa de mi hermano, seguía manteniéndola oculta.
—Oh, esto sí nos impacta. —un sonido retumbo de él.
—¿Qué es? —preguntó mamá. Increíblemente, ni siquiera parpadeó ante el comportamiento de Javier.
Pero ahora lo sabía: mamá podría hacerlo desplomarse en el suelo en segundos.
—No puedo decirlo. —respondió Javier con rabia, sorprendentemente sin compartir sus prueba