Mis ojos se cubrieron con una neblina sedienta de sangre y mi lobo tomó el control de los últimos pasos por mí, hasta el punto de que casi colisioné con Josi.
—¡Ay! —el pavo real sintió dolor, qué sorpresa, parece que tenía una columna vertebral.
No pude detener a mi lobo, y ni siquiera lo intenté. Aparté su mano de ella y se la retorcí contra su espalda, empujándola tan alto como pude, justo antes del punto de ruptura.
—¡Quita las manos de ella! —mi gruñido fue monstruoso, incluso para mis propios oídos. Podía sentir la ira en él.
—¿Tú... quién te dejó entrar? —siseó entre dientes.
—Fui yo, José, Lucas está aquí conmigo.
—¿Contigo?
—Somos compañeros. —ella estaba a mi lado, posando su mano en mi hombro. Su tacto me calmó al instante, simplemente saber que estaba a mi lado y alejada de él fue suficiente para tranquilizar a mi lobo.
—Ella está conmigo, así que mantén tus manos para ti. —le solté el brazo, empujándolo lejos de ella y provocando que chocara contra algunos miembros de la m