Punto de Vista de Carla
Sentía un nudo en las entrañas que me impedía respirar con normalidad.
¿Qué debía hacer? ¿Irme a mitad de la noche? Ni siquiera sabía dónde estaba mi padre, todavía sin noticias de su paradero.
El pánico se apoderaba de mí mientras el insomnio nublaba mi juicio, normalmente sereno ante las dificultades.
La casa permanecía en completo silencio, tanto que pude escuchar el momento exacto en que Héctor regresó y presionó el dispensador de hielo en la nevera.
No iba a esperar a que me entregara a Tomás para descubrirlo. En cambio, prefería que me lo dijera a la cara y que además me diera tiempo suficiente para prepararme. Lo único que pedía era que al menos tuviera la dignidad de mirarme a los ojos cuando me lo confesara.
Bajé las escaleras mientras el tic-tac del reloj de péndulo al pie de la escalera confirmaba que eran las 2:30 de la madrugada.
La solemne figura del notorio alfa del Fantasma Oscuro no era lo que esperaba. Con un vaso de whisky en la mano, estaba i