—¿Por qué estás tan jodidamente tranquilo sobre esto? —Javier se volvió hacia Jorge, con su ira aumentando de nuevo.

—Ambos son adultos, si es lo que quieren... creo que hay cosas más complicadas en el mundo. —respondió Jorge, encogiéndose de hombros. No era el momento de preguntar, pero algo aún molestaba a Jorge, algo que debía tener que ver con su nueva apariencia.

Necesitaba decirles, necesitaban saber que no era solo una tontería de mi parte, que ella era la indicada para mí.

—Ella es mía, es mi compañera. —declaré frente a ellos, mi voz sonó fuerte y firme, estaba seguro de mis palabras. Necesitaban saber que no había duda sobre mi lealtad, sobre mis sentimientos o mi integridad hacia ella.

Para mí, esto era todo, ella era todo, era la única. Solo estaba molesto conmigo mismo por no haberlo visto antes, por no escuchar esa atracción gravitacional que me impulsaba a estar con ella.

—¡Lo sabía! —Héctor se acercó a mí, dándome una palmada en la espalda, fue casi como si hubiera esta