—Él no me ama, no me quiere.
—Ay, mi cariño...
—Se lo dijiste, ¿por qué se lo dijiste? —Mis ojos se clavaron en él, ¿por qué se lo había dicho?
—Porque... si él fuera merecedor de ti, eso no habría hecho ninguna diferencia. —Me sostuvo el rostro con sus manos.
—¡Lo asustaste! —le grité a papá, sintiendo furia y traición. Pensaba que estábamos siendo discretos, pero papá ya lo sabía. Se lo habría dicho en algún momento, pero era demasiado pronto.
Me levantó, poniendo un brazo firme alrededor de mí para sostener mi peso mientras caminábamos lentamente de regreso a la casa.
No prestaba atención a los pies caminando por el prado, solo podía mirar hacia la luna, su resplandor radiante... su belleza etérea bendiciendo a la mayoría pero negándome a mí... como siempre.
¿Qué hice mal en la vida pasada? Sabía que mi linaje tenía que ser así porque era la hija de la loba blanca, pero eso no hacía que doliera menos. No hacía que fuera más fácil olvidar otro dolor como este.
Lo sentiría mil veces p