Capítulo 31
Punto de Vista de Carla

Las cosas iban... bien.

Me incorporaba al despacho de Héctor durante parte de la jornada, revisando mis correos y luego ocupándome de asuntos administrativos de la manada.

Héctor me confiaba información del grupo...

Ciertamente, no se trataba de secretos de estado, apenas documentación sobre nacimientos y defunciones recientes, pero aun así... recibir esa confianza me llenaba de una extraña calidez. Me agradaba pensar que nos convertíamos en amigos.

Él me había invitado a los entrenamientos matutinos. Acepté ocultando mi emoción, pero ya me estaba arrepintiendo cuando escuché los golpecitos en mi puerta a las cinco de la mañana. Y más aún cuando sentí ese frío de la madrugada calándome hasta los huesos.

—¿Cada cuánto entrenan? —pregunté, sin quitar la vista de los hombres y mujeres frente a mí.

La Manada del Desierto Ámbar contaba con luchadoras, pero su número palidecía frente al de la Manada del Fantasma Oscuro.

Un detalle más que comenzaba a cautivarme de
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