Punto de vista de Carla
—¿El alfa Tomás está aquí? —Eso no podía estar pasando.
—Sí, Luna. —Aurora me respondió, pero sus ojos estaban fijos en su propio alfa.
La preocupación se filtraba entre ellos, todos lo sabían, toda la manada lo sabía. ¿Acaso yo era la única que no lo sabía? Suponía que así era como funcionaba la amnesia.
—Entonces dales acceso, Aurora. Seguro que debemos estar en términos amistosos con mi exmarido. —Repliqué.
Mis ojos se dirigieron a mi loba mientras un gruñido bajo escapaba de mí. Quería a Aurora, era como una madre para Héctor, pero también debía saberlo.
Di un paso hacia la puerta de la oficina cuando me detuvieron.
—No vas a ningún sitio... —fui arrastrada de vuelta contra el pecho duro de Héctor, que se negaba a dejarme salir.
—Lo que tengan que decir, que lo digan aquí. —Me guio de regreso al escritorio, me hizo sentar en mi silla y se quedó de pie detrás de mí.
Sus dedos tocaron mi nuca, creando un hormigueo dulce al que intenté no ceder. Maldito víncul