Punto de vista de Carla

El agotamiento me venció la noche anterior y decidí rendirme. Dejé que mi cuerpo se hundiera en la cama, envuelta solo en la toalla de la ducha... y desperté al día siguiente con los primeros rayos de sol filtrándose por las rendijas de las cortinas.

Mi cuerpo había sucumbido al llamado desesperado del sueño después de la euforia compartida con Héctor.

Me vestí para ser irresistible: llevaba un vestido ajustado de canalé azul que resaltaba mis curvas y dejé el cabello cayera suelto.

No, no había por qué sentirme incómoda. Mi pregunta era razonable... aunque el momento no fuera el ideal.

Mientras bajaba las escaleras, escuché a Aurora preparando el desayuno. Al llegar al último escalón, su aroma me envolvió, y esa mañana parecía más intenso que nunca.

Al girar la esquina lo descubrí cocinando, no era Aurora.

Su camisa blanca estaba desabrochada, revelando parte de su pecho. La atracción hacia él era como el vórtice de la noche anterior y me preocupaba que, si me