Vitor Carvalho, uno de los dueños de la empresa Carvalho Engenharia Ltda., junto a su hermano Bernardo. Seductor, capaz de volver loca a cualquier mujer que se cruce en su camino, egoísta, arrogante y centrado en sí mismo, sólo piensa en su trabajo y en ganar cada vez más dinero. Pero descubre que padece leucemia y su hermano no es compatible. Sin esperanzas, el médico le da una idea: tener un hijo. En un primer momento, la rechaza, pero comienza a pensar en el tema. Entonces tiene que buscar a contrarreloj a la futura madre de su hijo. Es ahí donde entra en su vida Sophia Alves, una joven sencilla, luchadora y muy hermosa, que mantiene a sus abuelos con su trabajo. Cuando Vitor la mira, queda completamente encantado y trata de convencerla para que tenga un hijo con él. Por supuesto, ella lo considera un loco, le da una cachetada y rechaza su propuesta. Él le advierte que recibirá una gran cantidad de dinero y, con eso, ella acepta la propuesta, ya que necesita el dinero para ayudar a sus abuelos. Pero lo que Vitor no esperaba es empezar a sentir ciertos sentimientos por el bebé y la madre del bebé. ¿Puede un hijo hacer que un hombre sin corazón se enamore?
Ler maisVítor
Estaba en otra reunión aburrida aquí en Carvalho Engenharia Ltda.. Me estaba muriendo después de la noche anterior. Mi querido hermanito me obligó a ir a esa m*****a reunión. Yo no estaba de humor para ir, por no hablar de que estas reuniones con los clientes son muy aburridas. Ahora mismo me encuentro con uno de nuestros queridos y aburridos clientes. El Sr. Benjamin Monteiro, propietario de Monteiro Residencial.
- Señor Monteiro, llevamos aquí más de una hora y no llegamos a ninguna parte. Ya me duele la cabeza. Mi tiempo cuesta dinero. ¿Podría dejarse de rodeos e ir al grano? - dije golpeando la mesa con el bolígrafo. Ya estaba impaciente.
- Por eso prefiero a Bernardo que a ti. ¡Eres muy insolente! - refunfuñó el moreno, sentado frente a mí.
¡Que me jodan! Bernardo, ¡te voy a matar por esto! Me incliné hacia delante, apoyando los brazos en la mesa de cristal y me enfrenté a él.
- ¡Escuche, señor! En primer lugar, diríjase a mí como Sr. Carvalho y no a usted. Mi querido hermanito está de viaje de negocios y no puede estar aquí, ¡así que deje de llorar y acabemos con esto de una vez! - Solté una bocanada de aire y me levanté de la silla. Me senté en la mesa, mirando fijamente al hombre. - Y, por favor, vaya al grano. ¿Qué es lo que quiere? No estoy aquí para perder el tiempo.
Empecé a sentir un dolor en la rodilla. Qué raro... Debe de ser por estar mucho tiempo sentado.
- Te diré por qué organicé esta reunión... Le diré por qué he organizado esta reunión... - Miró de reojo, se echó hacia atrás en la silla, se irguió y me miró fijamente. - ¿Podría darme más tiempo para el pago...? Sabes, hemos abierto un nuevo piso residencial en Manaus. Y no podré...
- Paga -le corté. - Una vez más, pero esta vez tienes que pagar. No vamos a cambiar el plazo. Lo siento.
Me levanté de la mesa, volví a mi silla y me senté.
- Se levantó de un salto de la silla y me gritó en el salón.
Me llevé la mano a la cara, conté hasta diez mientras me urgía ir a por ese idiota.
- Primero baje el tono, ¡no está hablando con sus empleados! Entonces quiero respeto. ¿O voy a tener que llamar a seguridad para que te saquen de aquí? - Me levanté y le miré con los ganchos fuera, mencionando llamar a seguridad.
Asintió y se sentó en su silla.
- Ahora podemos hablar como personas civilizadas. Como iba diciendo, todavía tienes que pagar este mes. Dijiste que habías abierto un nuevo piso residencial en Manaus, ¿verdad? - Sacudió la cabeza, asintiendo. - Mira, esto es lo que podemos hacer. Tú me das una garantía y yo puedo darte un poco más de tiempo.
- ¿Una garantía? ¿Cómo que una garantía? - Levantó la ceja, sin entender lo que decía.
Me llevé la mano al pelo y solté un suspiro. Se me está acabando la paciencia con este viejo.
- Necesito una garantía para dar ese plazo. Para que no tengas que darme cuerda, ¿sabes? - Le guiñé un ojo, que se cruzó de brazos y me miró fijamente.
Así que cogí la hoja de cálculo que estaba sobre mi mesa. Antes de que empezara la reunión, le había pedido a mi secretaria que llamara a mi abogado para pedirle los informes financieros del residencial Monteiro. Me senté y empecé a mirar la hoja de cálculo. Entonces me reí de lo que estaba viendo. No me lo podía creer. ¡Qué suerte! ¡Vitor, hoy vas a ganar mucho dinero!
- ¿Qué tiene tanta gracia? - preguntó, golpeando mi escritorio, que tembló por la fuerza que hizo e hizo caer mi portabolígrafos.
- ¡El chiste es que tu empresa está en bancarrota! Y quiero tus acciones, ¡pueden ser la garantía de la que hablo! - Señalé con el dedo, me levanté y lancé la hoja de cálculo en su dirección. Su semblante cambió rápidamente.
- Me miró, señalando los papeles que sostenía.
- ¡Cómo lo conseguí no te importa! ¿Lo quieres o no?
- Pero no puedo hacerlo ahora... Tengo que pensar... -Hizo un gesto, pasándose la mano por el pelo canoso. Madre mía. Esta es mi oportunidad de conseguir esas acciones a precio de ganga. ¡No puedo desaprovechar esta oportunidad!
- Sr. Monteiro, si no resuelve esto ahora, no tendrá otra oportunidad. Deme esta garantía y podré darle un poco más de tiempo para pagarnos. - Le aconsejé.
Me senté en la mesa mirándole, que se quedó un poco pensativo ante la propuesta que le hice. Tras cinco minutos en silencio, dijo algo:
- Sólo tengo una pregunta, si por casualidad no pago a tiempo, ¿qué pasa? - preguntó, rascándose la cabeza.
Abandoné la mesa y la rodeé, situándome frente a él.
- Si por casualidad no me pagas, ya son tres meses los que nos debes y ni hablar de que usaste nuestros servicios para hacer ese piso allá en Manaus, ¿recuerdas? - Mencioné esto y él asintió y estuvo de acuerdo. Y continué: "Tendrás que dar una de tus acciones. Así de sencillo. - Le sonreí.
- ¡No puedo hacer eso! - protestó, dándose la vuelta y haciendo un gesto negativo con la mano.
- Tranquilízate. Por supuesto, eso no va a suceder, ¿verdad? Esta nueva residencia en Manaos será un éxito y podrás pagarme. - afirmé, levantando la mano para estrechársela.
Apartó la mirada, pero luego la estrechó. Dijo que aceptaba el trato. Lo celebré, me acerqué a mi mesa y cogí el interfono para hablar con mi secretaria.
- Lais, por favor trae el contrato. Muchas gracias.
- Pero, ¿por qué el contrato? - Cuestionó, arqueando una ceja Es sospechoso.
Le expliqué que era sólo una formalidad, para que no tuviéramos problemas después. No me creyó, pero cedió. Entonces entró mi secretaria con el contrato y se fue inmediatamente después. Se lo entregué y firmó sin leer el contrato. Perfecto. Después de firmar, me entregó el contrato. Lo miré, le estreché la mano y le acompañé a la puerta.
En cuanto me despedí, volví a mi mesa. Me recosté en la silla y me relajé un poco.
Esta reunión no fue tan aburrida. Me llevé bien.
SophiaYa estaba despierta. Estaba esperando a Tomás traer el desayuno, estos tres días aquí encerrada conseguí aprender más o menos la hora en que viene a traer el desayuno. Es dos horas después de que el sol ya ilumina este cuarto por la ventana con barrotes. Me siento en una prisión atrapada de este modo y aún va a ser peor: creo que estoy cerca de tener a mi hija, esta madrugada empecé a sentir contracciones, leves, pero sentí. Y está este viaje que Tomás quiere hacer en este estado. Hasta intenté convencerlo en la cena de ayer.***― Amor, la cena está lista. Hice cordero a la parrilla con verduras salteadas, les va a gustar. ― Entró en la habitación sonriendo y sosteniendo esas esposas. Miro ese objeto y luego lo miro a él.― Bien podrías no poner eso esta noche, ¿no? ― Me levanté de la cama, pi
SophiaAbrí los ojos lentamente, tratando de ubicarme. Estaba acostada en una cama desconocida, en una habitación extraña que no reconocía. Al mirar a mi alrededor, mi mente comenzó a llenarse con destellos de la tragedia que había ocurrido dos días atrás.Los rostros de mis abuelos vinieron a mi mente. Los vi allí, frente a mí, asesinados brutalmente por Tomás. La escena se repetía en mi cabeza, y no podía escapar de la sensación de terror e impotencia que sentí en ese momento.Intenté levantarme de la cama, pero pronto me di cuenta de que algo no estaba bien. La puerta de la habitación estaba cerrada con llave. Mi corazón comenzó a latir más rápido, y un sentimiento de desesperación se apoderó de mí. Grité, pidiendo ayuda, esperando que alguien pudiera escucharme y venir
VítorFueron dos días de búsqueda angustiosa y desesperada. Desde el momento en que supe del secuestro de Sophia, cada segundo parecía una eternidad. Intenté seguir pistas, contactar a conocidos, buscar cualquier información que pudiera llevar al paradero de ella, pero todo fue en vano. La desesperación y la impotencia se apoderaron de mí mientras el tiempo pasaba sin noticias.Finalmente, Bernardo llegó con la noticia del entierro de los abuelos de Sophia. La sensación de alivio temporal por saber que este aspecto había sido resuelto fue rápidamente eclipsada por la urgencia de encontrar a Sophia. Bernardo parecía abatido, como yo, pero estaba enfocado en garantizar que esa parte del duelo fuera tratada adecuadamente.― Bernardo, ¿y Sophia? ¿Qué descubriste? ― Pregunté, mi corazón acelerado con la ansiedad y la esperanza
VítorSalimos de la reunión con los americanos con un sentimiento de satisfacción indescriptible. Conseguimos cerrar un gran negocio que promete impulsar aún más nuestra empresa. Bernardo y yo intercambiamos miradas de alivio y entusiasmo, conscientes de que nuestro esfuerzo y dedicación habían valido la pena.Mientras caminábamos por el pasillo del edificio, no podía contener una sonrisa de oreja a oreja. Era una de esas victorias que valen la pena celebrar, un logro que marca un hito importante en nuestra trayectoria empresarial. Bernardo parecía igualmente radiante, y nuestros pasos eran más ligeros, cargados de un nuevo ánimo.― ¡Amigo, esto fue increíble! ¡Logramos cerrar uno de los contratos más grandes en la historia de nuestra empresa! ― Exclamé, sintiendo una ola de orgullo invadirme.― Es verdad, hermano. Este es
SophiaCorro hasta mi abuela, mi corazón apretado como si estuviera siendo aplastado por un puño de hierro. Cada paso es una lucha contra el dolor que me consume por dentro, una batalla para llegar hasta ella antes de que sea demasiado tarde. Las lágrimas empañan mi visión, pero aún puedo verla tendida en el suelo, tan frágil y vulnerable, su respiración débil e irregular.Me arrodillo a su lado, mis manos temblando mientras toco su rostro, ahora pálido y sin vida. Su piel está fría bajo mis dedos, y un sollozo angustiado irrumpe de mi garganta, desgarrándome por dentro.― Abuela… ― Mi voz sale como un susurro, apenas audible entre sollozos de desesperación. ― Por favor, despierta… Por favor…Pero ella no se mueve, no responde a mi llamado desesperado. Sus ojos permanecen cerrados, como si estuviera durmiendo un sue
SophaNo puedo creer lo que estoy viendo. Tomás está armado. ¿Por qué diablos tiene esa arma? Miles de pensamientos pasan por mi mente, tratando de entender lo que está sucediendo, pero antes de que pueda reaccionar, noto la mirada asustada de mi abuela. Necesito ir hasta ella, calmarla, pero Tomás me lo impide.― ¿Qué estás haciendo, Tomás? ¿Por qué tienes esa arma? ― Mi voz suena temblorosa, mi preocupación y confusión evidentes en cada palabra.Él me mira con una mezcla de determinación y rabia, sus ojos fijos en mí de forma intensa y perturbadora.― Aléjate, Sophia. No te metas en esto. ― Su voz es firme, pero también lleva un tono de desesperación, como si estuviera luchando contra algo que no puede controlar.Mi corazón se acelera, y un escalofrío recorre mi espalda. ¿
Último capítulo