Capítulo 23

Los gemidos de Astrid continuaron por un par de horas más. La loba estaba totalmente extasiada de haber logrado estar aquella noche con la suma de cincuenta lobos, que hicieron de ella una diosa del sexo, lamiendo sus grandes pollas y dándoles toda la satisfacción que ellos deseaban de ella; y siendo lamida y degustado su coño por tantos como quisieron. Aquella, se diría, fue una buena noche, triunfal, para la joven y libertina loba.

En tanto, Namar y Alfa Caleb, durmieron por primera vez en la misma cama, siendo vencidos por el sueño.

Nadie se esperaba, que aquella noche, a poco más de una hora antes del alba, mientras todos dormían exhaustos de tanto fuego, alguien desconocido entraría sigilosamente al campamento, hasta llegar a la tienda de Alfa Caleb.

Namar, que siempre dormía alerta, logró percibir la presencia de aquel lobo que los observaba y oyó la espada que suavemente desenvainó para atacarles. La joven loba se incorporó rápidamente y sacó la espada de Alfa Caleb que se enc
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