El padre de Aleksi se reunió con Vasilik, el vampiro que había sido su leal aliado desde siempre, tanto con él como con su hijo. No solo eran camaradas, sino que desde la infancia habían sido inseparables, cultivando una amistad improbable entre razas enemigas. Vasilik admiraba profundamente a Aleksi, y aunque los lobos y los vampiros de sangre pura habían sido adversarios durante generaciones, ambos crecieron juntos, unidos por lazos más fuertes que la hostilidad heredada.
El destino, sin embargo, no había sido sencillo. Los hijos de Arkady llevaban sangre híbrida, pues él se había enamorado de una mujer ajena a su raza, una pasión que había marcado su linaje con un sello diferente.
—¿Estás diciendo que mi gran amigo pronto estará en problemas? —preguntó Vasilik con el ceño fruncido.
Arkady, mientras cortaba con calma los vegetales de una ensalada que acostumbraba a preparar después de un banquete de carne de ciervo, asintió con seriedad.
—Sí —respondió con firmeza—. Y temo que será