Capítulo 58. Parte 1
Diego:
Marcus corre por toda la casa, incansable. Está más que entusiasmado con el viaje, y cada dos minutos le pregunta a Antonella cuánto falta. Ella, con la calma y la paciencia que la caracterizan, le responde una y otra vez, sin perder la sonrisa. Me gusta observarla, ver cómo logra contener su energía y transformarla en ternura. A veces pienso que la vida me regaló a la única mujer capaz de traer equilibrio a este hogar.
Me recuesto en el sofá con el periódico en las manos, aunque no leo una sola palabra. Finjo hacerlo mientras la miro. Está sentada frente a mí con una libreta y un bolígrafo, concentrada en anotar lo que debemos llevar para el viaje. Divide las páginas por nombre: una para Marcus, otra para ella y otra para mí. Es meticulosa, anota desde lo más grande hasta lo más mínimo. Cada tanto se detiene, se rasca la cabeza y vuelve a escribir. Marcus se acerca a ella, la abraza, y sin pensarlo, ella deja todo a un lado para tenerlo en brazos. Él apoya la cabeza en su pech