Capítulo 52. Parte 3
Diego:
Despertar con tu mujer encima de ti es algo que despierta todos los sentidos, y más si se trata de mi Antonella, una mujer pudorosa que todavía se sonroja en ciertas ocasiones.
Sorprendido, no desaprovecho la oportunidad que me brinda y me dejo llevar por el momento, por la conexión que solo ella sabe provocar. Hay algo en su entrega que saca de mí un lado más instintivo, y verla corresponderlo me resulta sencillamente maravilloso.
Me despierto a las siete de la mañana. Miro a Antonella y sigue dormida. No quiero despertarla, pero debe ir al colegio. Le doy cálidos besos en los hombros, hasta que logra moverse un poco.
—¡No, Dios! —exclama, acomodándose para seguir durmiendo.
—¿Soy tu Dios? —bromeo.
—Sí, lo eres, pero no deseo trabajar… tengo sueño.
—Es tu deber, debes levantarte, amor. Vamos, arriba, perezosa.
—Es que tengo sueño, además no me dejaste dormir anoche —asegura.
—¿¡Yo no te dejé dormir!? —me sorprendo—. Si mal no recuerdo, yo estaba dormido. Luego sentí una lengua