Antonella:

Me voy a mi cita con el psicólogo, llego con diez minutos de anticipación, doy mi nombre a la recepcionista y me siento a esperar. Echo la cabeza hacia atrás y me pongo a pensar en qué diré, o sea, sé perfectamente que debo contarle lo que me lleva a consultarlo, por lo tanto, debo contarle mi vida completa, lo que me hace creer que será para largo.

Mis ojos empiezan a cerrarse lentamente, y no dudo un segundo en salir a pasear con Morfeo, pero la sensación de que alguien me observa desde muy cerca, porque es obvio que alguien a más de un metro de distancia me ha visto dormitar, ya que estamos en un hospital, me hace abrir los ojos, para luego incorporarme.

—¿Usted es la señorita Antonella Piuzzi?

«Si supiera Bruno que no estoy usando su apellido, me daría un grito descomunal, dejándome estampada en el techo»

—Sí. Sí, sí —repito como boba—. Sí. Sí, sí... —una vez más, como una verdadera boba—. Soy yo... —logro decir, saliendo de mi ensoñación.

«¡Trágame tierra!»

—El doctor