Capítulo 49. Parte 2
Diego:
Sin encender la luz, entro a la habitación donde An duerme. Me acerco a la cama, me saco los zapatos y me acuesto a su lado, donde, instintivamente, me abraza y deposita su cabeza sobre mi pecho. Sonrío al recibir su gesto y aprovecho para embriagarme con su perfume, hasta que el cansancio me vence y me quedo dormido a su lado.
Despierto con una lluvia de besos que me recuerda que el paraíso existe; eso me hace sonreír y ponerme optimista hacia el futuro, ya que, últimamente, lo veía todo negro.
—Qué buen despertar —aseguro mientras me acomodo en la cama.
—¿Sabes? Yo también tuve un buen despertar. De repente abrí los ojos y vi a un ángel a mi lado, y me dije: si he muerto, qué lindo es el cielo.
—¡Ay, te amo! —exclamo, cubriéndola de besos—. Oye, Cinnia me ha dicho que estabas mal del estómago.
—Sí, pésimo; es por eso que creí que había muerto.
—¿Te duele?
—Solo son náuseas —responde, poniéndome en alerta.
—Amor... ¿cómo va tu periodo?
—¿Qué tiene que ver eso con...? ¡Ay, no!