Capítulo 49. Parte 1
Diego:
Comienzo a echar en una bolsa de basura las botellas de licor esparcidas por la sala, los cuadros rotos y, con una mezcla de dolor y rabia, rompo en mil pedazos la imagen de mi hijo con esa fatídica frase, para botarla también. La cocina está en las mismas condiciones, y me pregunto cómo estará el resto de la casa, aunque a estas alturas ya nada me sorprende. Roberta aparece tras de mí con una aspiradora y una disposición que agradezco, pues no está obligada a arreglar este desastre.
—¿Y Marcus? —pregunto, mientras seguimos ordenando.
—Se ha quedado dormido, dijo que estaba cansado —responde.
—Está bien, es mejor que descanse —opino.
—Señor... —escucho a Roberta, con advertencia.
—¿Sí? —alcanzo a decir. Una mueca en su rostro me indica que algo no le parece.
—Mire —dice, apuntando hacia un rincón, mostrándome que unas cuantas botellas rotas no son el peor panorama, sino un preservativo usado al lado de una cajetilla de cigarrillos.
—¡Dios! —suspiro, frustrado, imaginándome todo