A lo largo de los años, mientras el reino de Isabella y Alejandro florecía, las noticias de su sabiduría y su reinado justo comenzaron a extenderse más allá de sus fronteras. Muchos viajeros, comerciantes y embajadores de tierras lejanas llegaban a la corte para observar de cerca el ejemplo de gobierno que Isabella y Alejandro representaban. Se convirtió en un faro de esperanza para muchos, una prueba de que incluso en los momentos más oscuros, el amor y la unidad podían prevalecer.
Con el paso del tiempo, la familia real se expandió. Isabella y Alejandro tuvieron tres hijos más, todos varones. Cada uno de ellos heredó algo de la sabiduría de su madre y la valentía de su padre. Los niños crecieron bajo la sombra protectora de sus padres, aprendiendo tanto de los libros como de los campos de entrenamiento, forjándose no solo como príncipes, sino como líderes capaces de guiar el reino con el mismo sentido de responsabilidad que sus progenitores.
A menudo, Isabella y Alejandro pasaban la