Los días pasaron con la misma rutina cargada de desafíos y estrategias. Isabella y Alejandro, a pesar de las sombras que amenazaban con resurgir, encontraron momentos de respiro entre las tensiones de gobernar. Sin embargo, las palabras de Livia seguían resonando en la mente de Isabella. No podía ignorar la sensación de que algo más grande se estaba gestando en las sombras, esperando el momento adecuado para atacar.
Fue entonces cuando los primeros rumores comenzaron a circular. Se hablaba de una figura enigmática, un líder que operaba desde las sombras y que había comenzado a reunir aliados entre los descontentos. Susurros en los mercados, miradas furtivas en los callejones y la creciente sensación de que no todos aceptaban la nueva paz los mantenían alerta. Alejandro, siempre perspicaz, no tardó en recibir reportes más concretos: grupos organizados se movían en las afueras de la ciudad, preparando lo que parecía un levantamiento.
Una noche, en la privacidad de sus aposentos, Isabell