Theo me trajo el "brebaje lunar", la bebida que yo había creado y que no le gustaba a nadie más que a mí. Tomé un vaso, dos, tres, cuatro y al quinto apenas podía soportar el peso de mi cuerpo.
- Vamos a bailar, Theozinho.
- Has bebido demasiado, Maria Lua. - oí su voz, sujetándome mientras intentaba que se moviera al ritmo de la música electrónica.
- Tú no sabes bailar... - grité. - Y dudo que sepas follar -le susurré al oído.
- No necesito oír esto. - Intentó marcharse, pero le sujeté la camisa.
- Quédate, Theo... Quédate conmigo. - Le miré con seriedad.
Sí, la cabeza me daba vueltas y sentía que si caminaba me caería. Pero era consciente de todo lo que ocurría y de cada palabra que se decía.
Respiró hondo y me quitó las manos de la camisa:
- ¿Por qué me sigues agarrando así?
- ¿Quieres que te coja de otra manera? - me burlé, riéndome.
- ¡Por el amor de Dios, mujer! No me tomes en serio.
- Solía pensar que eras sexy cuando te enfadabas... ¿Sigue siendo así?
- Vete a bailar. Dudo que