Antes de entrar en el quirófano, Theo me cogió de la mano. Yo ya estaba en la camilla, preparado y acompañado por las enfermeras.
- ¿No estás nerviosa? - Sus dedos acariciaron los míos.
- No, estoy contenta. - Sonreí, sintiendo una tranquilidad inexplicable.
- Sabes que cuando descubra la verdad, querrá comerse tu riñón. - Se rió.
- Pero no puedes hacer eso, o no tendré ninguno. - Me uní a la broma.
Theo bajó la cara y me besó en los labios:
- No me iré ni un minuto. Y mis pensamientos y mi corazón estarán contigo.
- ¿Podemos irnos ya? - preguntó una de las enfermeras, sonriendo-: Pronto te traeré de vuelta, sana y salva... De hecho, también estoy salvando una vida. - Miró a Theo.
Asentí y caminó unos metros cuando Theo llegó corriendo:
- ¡Un momento! - Dijo cogiéndome de la mano - Falta una cosa.
- ¿Qué? - Arqueé una ceja, curiosa.
Theo abrió mi mano y puso algo que no existía dentro de ella, luego la cerró. Sonreí, sabiendo exactamente lo que era.
- Puedes quedarte con mi mariposa..