Theo abrió la puerta de la habitación, dejándome fuera. Metió la cabeza dentro y dijo:
- Hola, papá. Ya están trayendo a tu compañero de habitación. - Parecía disgustado.
- ¿Compañera de cuarto? - Oí la voz de Bárbara - ¿Cómo que compañera? Es imposible que metan a una mujer aquí.
- Voy a demandar a este puto hospital. - Oí cómo cambiaba la voz de Heitor.
- ¡Intenta ser suave, papá!
- ¿Suave? No tengo que ser amable en absoluto.
- No es culpa de la persona. - Theo me lo explicó.
- ¿Has hablado con tu hermana? ¿Va a venir hoy?
- Sí... De hecho... - Theo me miró - ¡Viene! - sonrió.
Theo abrió la puerta y sacó mi silla, poniéndome cara a cara con Heitor y Bárbara.
Los tres nos miramos y durante un largo rato no parecieron entender nada.
- Qué... te ha pasado, ¡Dios mío! - se preocupó Bárbara, arqueando una ceja confundida-.
- Parece que he estado donando un riñón. Y me quieren meter en esta habitación con un hombre que ya me está gritando e insultando sin ni siquiera conocerme.
Mis ojos