Los seres mágicos del bosque castigan a los malvados y recompensan a los buenos" decía la leyenda del Bosque Encantado. Y Andara rogaba porque fuera verdad.
Aquellos tipos que se la habían llevado, la pusieron sobre un caballo cuando ella aún estaba inconsciente por el golpe que recibió. Cuando comenzó a volver en sí, miró con cuidado a su alrededor para entender lo que estaba pasando y no hacer una tontería. Se quedó muy callada y quieta.
Los tipos eran muy malhablados. Se reían fuerte y estaban ansiosos por salir del bosque y llevar a esa "pequeña zorra" a la ciudad, a los barrios bajos, para venderla a ella y al medallón, si lograban quitárselo. Andara solo pensaba en cómo podría volver a su casita bajo el árbol y que aunque ella había sido obediente, de todas maneras la maldad la había alcanzado. Lloró en silencio, sin hacer ruido. Solo dejó que sus lágrimas salieran de sus ojos libremente. Al poco rato de andar, el caballo relinchó asustado y se detuvo. Se negó a avanzar más. Los tipos trataron de empujarlo de las riendas, pero no se dejó. Aún era de noche y estaba oscuro, sin embargo, la oscuridad se hizo más espesa y fría. Sus bocas soltaban vapor al respirar. Los tipos sintieron miedo y Andara también, pero prefirió seguir quieta en su lugar.
Sin aviso, saltó un animal enorme de pelaje blanco y negro en el pecho. Se quedó frente a los tipos y observó la situación. Olisqueó con su nariz y algo encontró en el aire que se volvió frenético de rabia, le mostró los colmillos a los tipos. El caballo se aterró frente al colosal animal que le doblaba la estatura y se paró en dos patas desesperado por su vida. Andara cayó al instante al suelo, con un grito de pánico y dolor. Se golpeó muy fuerte las costillas, que hicieron un ruido señalando que se rompieron. El caballo dio media vuelta y corrió desbocado por entre el bosque, en plena oscuridad, mientras el enorme animal atacaba sin piedad alguna a los dos tipos. Andara tirada en el piso pudo ver a la luz de la luna llena el resplandeciente pelaje blanco del animal. Era un lobo, el más grande y hermoso que jamás hubiera imaginado o pintado de sus libros.
El lobo mordió, destrozó huesos, arrancó carne y piel y al terminar, su hocico estaba ensangrentado. Ese color rojo contrastaba mucho con su blanco pelaje.
El lobo vio a Andara tirada en el piso, inmóvil. La olisqueó desde la distancia y gruñó. De sus fauces salió una nube de vapor, el frío era más intenso. Se acercó lentamente a ella, mirándola a los ojos. EL lobo tenía ojos muy negros, como la misma noche. Andara estaba asustada, creyó que el animal acabaría con ella también, sin embargo, no podía dejar de ver a los ojos de esa enorme y hermosa criatura. "Si este es mi momento de morir, lo aceptaré con gusto" se dijo a sí misma. Entonces el colosal lobo saltó con un rugido hacia ella y Andara cerró los ojos y descansó.
Cuando el sol estaba alto en el cielo y sus rayos calentaban tanto que la piel ardía, Andara abrió los ojos. Estaba viva. No había sido lastimada por esa criatura la noche anterior. Sus manos se dirigieron rápidamente a su cuello y pudo tocar su collar. Tampoco se lo habían llevado. Sentía bajo ella un vaivén delicado y estaba cómodamente. Trató de sentarse para ver en dónde estaba, pero las costillas le dolieron y volvió a acostarse bruscamente.
- No te muevas, sé que te duele, pero estarás bien en cuanto lleguemos.
Una voz profunda y ronca le hablo, pero no supo distinguir de dónde venía.
- Me disculpo, pero no sé a quién debo agradecerle.
- Y yo no sé a quién salvé.
Andara quedó sorprendida, no entendía cómo era posible que fuera el lobo quién le estuviera hablando. Pensó que quizás se había pegado muy fuerte en la cabeza y seguía soñando.
- ¿No piensas decirme tu nombre, humana?
El lobo se impacientó y dio un pequeño salto, que le produjo bastante dolor a Andara, suficiente como para entender que no se trataba de un sueño.
- Soy Andara Hers, señor.
- ¿Cuántos años humanos tienes?
- Tengo 15 años.
El lobo hizo un silencio, no dijo nada, pero siguió caminando. Llevaba a Andara en su lomo. Él era tan grande que ella cabía estirada completamente, como si estuviera en una cama.
- Perdone, quisiera saber quién me salvó... y por qué.
- Soy el Alfa del clan Fenya, el más poderoso del bosque y del territorio. En cuanto a porqué te salvé... no estoy seguro. Pero ya te encontraré alguna utilidad.
- Estaré feliz de ayudarle, le debo mi vida, señor.
- No soy señor, humana. Soy lobo, soy el alfa de mi clan. Llámame Alfa, como todos.
- Está bien, así lo haré.
El Alfa caminó un rato más con Andara en su espalda, en silencio. Andara estaba acalorada por el sol y tenía mucha sed, pero no quería quejarse porque tenía miedo de ese enorme ser.
Todo lo que se decía del Bosque era cierto, había magia en él y criaturas mágicas. Ella esperaba ser lo suficientemente noble y buena para que el Bosque la ayudara y no lo contrario.
El lobo levantó la cabeza y movió sus orejas. Cambió de ruta y se acercó a un riachuelo. Bajó con mucho cuidado de su lomo a Andara y la dejó sobre la hierba. Ella apenas podía moverse por el dolor.
- Cierra los ojos y espera. Te traeré agua para que bebas.
Andara no entendió por qué debía cerrarlos, pero obedeció. Al momento escuchó algunos sonidos extraños y luego de eso, pasos en la hierba. Se asustó porque pensó que podía ser otro tipo que quisiera atacarla mientras él no estaba, así que por instinto los abrió.
Y lo vio. Frente a ella. Con una hoja que contenía agua en las manos. Completamente desnudo.
Andara se asustó tanto que dio un salto en su lugar, lo que le devolvió el dolor de las costillas. Cerró rápidamente los ojos y escuchó la risa del hombre.
- Te dije que cerraras los ojos. En mi forma animal no podía traerte agua, pero no llevo ropa conmigo y si me transformo, estaré desnudo. Tranquila humana, te acercaré el agua para que bebas.
Andara abrió la boca para beber y sintió la refrescante frescura en su boca. Jamás había visto a un hombre desnudo y mucho menos uno tan alto y grande. Trató de quitar esa imagen de su mente y concentrarse en beber.
- Te traeré más agua. Espera y no me veas, ¿oíste?
Ella movió la cabeza en señal de sí.
En un momento, él estaba de vuelta y le acercó el agua y ella bebió. Cuando se sintió satisfecha, le agradeció y él se alejó. La curiosidad de Andara le ganó a la obediencia y entreabrió los ojos, pero el Alfa ya no estaba frente a ella.
- Eres curiosa, humana.
El Alfa estaba detrás de ella en su forma animal y soltó una risita al sorprenderla mirando. Andara se sonrojó y el lobo la acomodó en su lomo nuevamente, con cuidado.
- En la villa tenemos un brujo que va a sanarte, así que ten paciencia. Ya estamos por llegar.
Al parecer, Andara tendría una vida completamente diferente a la de su casita. Estaría rodeada de lobos y al servicio del Alfa del clan. Estaba asustada, pero el destino la llevaba a su antojo y ella no podía resistirse.