Mis hijos del Alfa. Mi corazón, del CEO
Mis hijos del Alfa. Mi corazón, del CEO
Por: Moon Flower
1. El abandono de Andara

La mujer salió con su pequeña hija desde una choza medio derrumbada, hacia el bosque encantado. Estaba a solo unos pasos de lo que llamaban hogar. Andara Hers tenía frío, sus mejillas rojas lo confirmaban. La madre llevaba a su hijita fuertemente sujeta, la apuró para que anduviera más rápido.

-Mamá, vas corriendo y no puedo seguirte.

- Lo sé, perdona hija. Pero necesito que lleguemos rápido.

La madre la llevaba casi volando, tenía mucha prisa. La leyenda del Bosque al que iban era que ahí vivían muchos seres mágicos, que ellos cuidaban de los seres buenos y castigaban a los malos. En la ciudad asustaban a los niños mal portados con "te voy a ir a dejar al bosque si no comes tu comida". Nadie había visto jamás a ninguno, pero la leyenda seguía teniendo poder. Es por eso que cuando Andara entendió hacia dónde iban, sintió miedo y no pudo evitar preguntarle a su mamá porqué iban hacia allá. La madre no le respondió, solo apuró el paso. Una lágrima salió volando de los ojos de ella y cayó en la mejilla de Andara. Luego otra y otra. 

Llegaron al bosque. La madre daba pasos muy seguros, abrió un camino que estaba escondido tras una pared de hierbas y entraron. Andara vio a lo lejos una casita pequeña construida bajo un gran árbol de hojas verdes y muy frondoso. Soltó la mano de su hijita y se descolgó del cuello un medallón con forma de sol. Lo puso encima de una figura que estaba en la puerta y esta se abrió. Al entrar, Andara vio que estaba todo limpio y ordenado. La madre tocó la chimenea con la mano y esta se encendió sola. 

- ¿Cómo hiciste eso, mamá? 

La madre tocó los muebles de la cocina y apareció comida. Tocó el canasto de la leña y apareció leña. Se arrodilló frente a su pequeña hija que la miraba con ojos muy abiertos y le dijo:

- Escúchame con atención, Andara. Te vas a quedar aquí de ahora en adelante. Toma mi medallón, mientras lo tengas puesto, la casa te va a dar todo lo que necesites. Nunca lo pierdas. Yo debo irme y no puedo llevarte conmigo. Debes quedarte aquí.

- Mamá, pero ¿volverás por mí?

- Sí, lo haré cuando me necesites más. Prométeme que te quedarás, nunca vuelvas a la ciudad y no salgas fuera de la cortina de hierbas o morirás. 

Andara abrazó a su mamá y lloró en su cuello. Su madre lloró también y le acarició el pelo rubio y brillante. Le dejó caer un beso en la blanca frente y la apartó de ella para irse.

- Mamá no me dejes, ¡no te vayas por favor!

- Te amo, Andara. Eres una buena chica. Estarás bien. 

La madre abrió la puerta para irse y miró a su hijita por última vez. Lágrimas corrían por sus mejillas sonrosadas. Le rogaba con la mirada que no se fuera. Pero cruzó la puerta y se marchó.

Andara se acercó a la ventana y vio como su madre cruzaba la pared de hierbas y desapareció tras ella. Se sentó en el sillón que había al lado de la chimenea y lloró hasta que se quedó dormida.

Cuando despertó, su estómago rugía de hambre. Fue hacia la cocina encontró pan y frutas y leche. Comió hasta saciarse y luego volvió a mirar por la ventana, con la esperanza de que su madre volviera. Lo hizo por muchos días, meses y años. Pero su madre no regresó. 

Andara fue obediente, se quedó siempre dentro de la pared de flores, nunca salió. En ese lugar, siempre estaba soleado, no llovía ni hacía demasiado frío. La casa siempre le daba lo que necesitaba. Si algo se acababa, aparecía más al instante. 

Para pasar el tiempo, Andara leía los libros que habían en la casa. También pintaba. Encontró pinturas en una cajita muy linda que estaba en un mueble. Las pinturas nunca se terminaban, por lo que ella pintaba lo que leía, se imaginaba a los personajes y a las historias y las ilustraba. Un día, cuando ya había leído todos los libros, miró hacia el techo y dijo "casa, ¿me puedes dar más libros?" Y pasa su sorpresa, aparecieron más. Cocinaba y lavaba su ropa que jamás se ajaba. Es así como pasó sus días hasta la tierna edad de los 15 años.

Una noche, cuando Andara dormía tranquilamente, tuvo un extraño sueño con lobos. Ella acunaba en sus brazos a un bebé hermoso y sonrosado, el bebé le sonreía feliz. De pronto, el bebé abrió su boca y mordió su brazo y ella despertó asustada. No había notado que dos hombres muy desgarbados estaban recorriendo su casa. Andara se levantó en silencio y se escondió en un mueble. Los tipos abrían los cajones y daban vueltas todo a su paso buscando cosas de valor, pero no encontraban gran cosa. Estaban por darse por vencidos cuando abrieron el mueble en donde estaba escondida ella. De inmediato vieron el colgante que había en su cuello y resplandecía en la oscuridad. Se les ocurrió que era algo muy valioso, así que la tironearon para sacarla de allí y quitárselo, pero la chica se resistió valientemente. Los tipos estaban enloquecidos por llevarse algo de valor y pensaron que ella también tendría un buen precio si la vendían como esclava a alguien con dinero porque ella era muy bonita, así que sacaron un arma y la golpearon en la cabeza. Se la echaron al hombro y salieron de la casa con ella a cuestas. En cuanto Andara salió de la casa, la chimenea se apagó y todo quedó en tinieblas.  Así fue como la vida de Andara se complicó sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.

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