11. La dolorosa ausencia
Los libros son un trabajo que Andara disfrutaba mucho. Además de todo el conocimiento que le dejaban, la magia que fluía de sus hojas la hacía sentir renovada. Cada tarde se llevaba con ella a la casa un libro para seguirlo leyendo después de cenar con Vivienne, Menhir y también el brujo, quién comenzó a visitarlos en las tardes. Los cuatro hablaban de su día y compartían un tiempo agradable mientras comían. Andara los despedía con un abrazo y una sonrisa.
El Alfa se quedaba sentado a la mesa, bebiendo su taza de café, observándola leer ávidamente su libro, haciendo anotaciones en su libreta para escribir las reseñas cuando lo terminara. Fingía leer también, pero en realidad, solo se quedaba allí para poder observarla e imaginar lo que sería acariciar ese hermoso mechón plateado que gritaba su nombre. La tenía allí mismo, tan cerca pero tan lejos. Sin embargo, sabía muy bien que si sólo por curiosidad se acercaba a ella, sería muy fácil perder su dominio propio. Esperar. Debía ser pa