Vivir atormentado

Desde hacía mucho, siendo yo, Ji Yasuf, mi vida era asi de monótona.

Mis empleados siempre hablaban a mis espaldas, yo siempre los dejaba pasar por alto, porque me gustase o no, algo de cierto había en esos comentarios, yo era un hombre aburrido.

Algo de verdad mezclado con maldad y mentira podías percibirlo, entre tantos dichos, el punto uno era que sí, yo era un hombre solitario en todo sentido, y antes de encontrarme a esta mujer, creía que nada me hacía falta de las demás personas, incluyendo a mi familia, casi no iba a visitarlos.

Creyéndome lo suficientemente listo para encarar la vida sin nadie a mi lado, creía todo este tiempo que no necesitaba de nadie, no me gustaba tener lazos con alguien y me decía a mi mismo que no me complicaría la vida con romances baratos, a lo dicho, yo siempre minimizaba lo que no quería conmigo.

Pero esas ideas cambiarían después de encontrarme con esta mujer joven, ella tenía un aura brillante que me hacía sentir cómodo, y no presisamente lo cómodo de estar junto a ella, si no de que ella hacía temblar mi corazón, mis emociones se volvían emotivos y me hacía sentir vivo.

"Rico" ya lo era, así nací, muchos lo llaman "cuna de oro" cuando naces en una familia privilegiada, así se le llama erróneamente a una familia que tiene dinero, mucho dinero, pero muchas veces tienen exceso de dinero y no tienen otras cosas como amor y respeto, paz y tranquilidad, honestidad y confianza.

Y esa misma falta de confianza que llevara a mis padres morir en un accidente que ocurriera ante mi cuando yo solo era un niño, es lo que me obliga a no confiar en nadie, me exijo a no creer en nadie y me había funcionado, de no ser porque me encontrara con esta mujer que lejos de solo dejarla sin trabajo por su impuntualidad, me atreví a traerla conmigo, sabía que algo no agradable pasaría si la traía conmigo, pero lo hice, ¿y que mas pasó por todo esto? terminé acostándome con ella.

No obstante, al levantarme ese día, ya no la encontré a mi lado, solo quedó su olor a racismos de fragancias flores silvestres a mi lado, la almohada aún conservaba el calor tibio de su cuerpo, y su cara bonita quedara como pintado en mi memoria, ella era bonita y había pegado en mi corazón bien duro.

Aún cuando tratara de borrar la de mi mente, no podría, ella seguía conmigo desde ese día.

La recordaría más en mis momentos solos, por las noches, su cuerpo tembloroso como una hoja, lo terso de su piel, de cómo me sentí vibrar al momento del acto concúbito, todo eso lo sentí, sus labios suaves, tenía ganas de no soltarlo jamás, y me sentí vacío al despertar y no verla a mi lado, me sentí enojado, por eso también había decidido no buscarla.

Al volver a la Ciudad, me quedé sentado en mi oficina, era la hora del almuerzo, pero no me atreví a salir, mi asistente me trajo el almuerzo hasta mi oficina, estaba por comer, pero recordé como ella comía sin pena ni incomodidad, de que era tan enérgica para entablar una conversación y hacer que todos la escucharan con total interés.

Finalmente se me presentaba otro viaje de negocios, por lo que tuve que viajar ese mismo día, creía que si me quedaba en la misma ciudad que ella, flaquearia e iría a buscarla, algo que no quería hacer, pues mi ego se minimizaria al tamaño de un electrón.

Una hora después estaba volando a Nueva York, mis instintos de hombre de negocios me decía que caería en sus manos tarde o temprano, solo era cuestión de estar posponiendo lo inevitable.

...

Una semana después...

En la vieja casona de la abuela.

Mi prima fue la primera en empezar a quejarse por no contar con servicios básicos en la casa. Ella si que tenía la cara dura.

—Gabriela, ¿Que pasó con los servicios de agua de esta casa? —dijo mi prima.

—Tampoco hay señal de red —dijo la madre desde arriba.

Bañaba a mi abuela en ese momento, así que escuché como empezaban a quejarse de no tener los servicios en casa, mi prima estaba hablando como si eso era mi obligación, yo solo me llené de paciencia y dije.

—¡Ups! ya no hay esos servicios —dije sonriendo.

—¿Cómo? ¿Acaso no lo has pagado? —preguntó de mala gana la esposa de mi tío.

—¡No, es obvio que no he pagado! —dije en tono alegre, por primera vez me di cuenta que verlos así me satisfacia.

—Es una barbaridad, tú... —empezara a despotricarme las dos mujeres.

—¿Ahora como me aseo, debo ir a la universidad —dijo mi prima, yo solo seguí limpiando a mi abuela. Ahora que no tenía trabajo en el aeropuerto, tenía más tiempo para atender a mi abuela.

Entró en eso mi tío, este acababa de oír las quejas de su mujer y su hija. Él me miró con "supuesta" autoridad y me dijo resoplando de ira.

—Gabriela, busca como pagar a mas tardar hoy o mañana mismo esos servicios, por Dios, que irresponsable eres. —Me recriminó, no dije nada para empezar a excusarme ante él, que al menos gastara saliva, pensé en mi mente.

—No, que sea hoy mísmo —dijo mi primilla bonitilla.

—Vé y paga las facturas, lo de la abuela se puede esperar. —reiteró mi prima, lo que fuera secundado por mi tío y su mujer.

—No, no lo haré —les respondí, los tres .e miraron con sorpresa, pues en todo este tiempo nunca me habían tenido que decir que pagara aquí, allá, siempre fuí responsable con los pagos de facturación.

—¿Que has dicho? —volvió a preguntar mi tío.

—Parece que no escuchas bien, desde ahora no esperen que pague ninguna factura de esta casa, tampoco llenaré la dispensa, encárguense de sus asuntos de manera personal.

—¡Tú! —me señaló con su dedo índice, mi tío estaba fastidiado, pero yo lo estaba mas.

Estaba de vago, iba a los casinos a jugar, no buscaba como mudarse de la casa de mi abuela y para colmo, yo debía trabajar y trabajar para que no faltara nada en casa. Lo verían llegar al hambre y a la necesidad casado y de la mano, mientras yo, había buscado donde mantener a mi abuela por el día o las noches que yo fuera a trabajar, no seguiría manteniendo a una bola de vagos.

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