Capítulo V El despertar

Harris el amigo doctor de Wgaber salió por la puerta donde habían ingresado a la chica que atropello. La expresión de su rostro le indicaba que el accidente no había sido tan grave después de todo.

—Estara bien, algunos raspones y cortes. Lo único importante fue la herida en la cabeza tuve que tomarle cuatro puntos, también le mandé hacer una radiografía para cerciorarme de que todo estaba en orden.

—¿Y todo salió bien?

—Si. Ella estará bien, la dejaré por esta noche aquí. Mañana podrá regresar a casa.

—¿Es todo?

—Necesitara tomar algunos analgésicos que por la mañana le recetare antes de darle el alta.

—¡Está bien!

El magnate se pone en pie estrechando la mano de su amigo.

—¡Gracias por atenderla!

—No te preocupes… ella… ¿Quien es ella? No trajo ninguna identificación consigo.

—No lo sé, yo también quisiera saberlo. Yo… bueno yo la arrolle en la calle sin querer, simplemente ella se me atravezo… no sé qué pasó.

—Bueno… esperemos que no te ponga una demanda por ello. En estos momentos está dormida, y seguirá así hasta por la mañana.

—¡Genial! Bufa impaciente —¿Tengo que quedarme aquí toda la noche?

—No es necesario, las enfermeras la cuidarán. Ve a descansar. El médico palma su hombro —Esta en la habitación catorce.

Harris se marcha dejándolo solo con sus pensamientos y con una incertidumbre de si debía quedarse con la desconocida o volver a casa. El móvil en su bolsillo no había parado vibrar, realmente  lo estaba volviendo loco… lo saco fijándose que la morena que pretendía ser su cita esa noche le había mensajeado como un millón de veces, sin contar las cientos de llamadas perdidas.

No sentía ganas de dar explicacion alguna de su ausencia, tampoco tenía porque darlas. Nunca le había tenido que explicar nada a ninguna mujer. Colgó la llamada en curso y optó por apagar el móvil. Camino por la sala de espera dando vueltas.

—Deberia de irme, ¡esto es una estupidez! ¿Porque carajos sigo aquí? Pasó las manos por el cabello totalmente frustrado —¡Ash! Exclamó.

Se dirigió hasta el mostrador donde se encontraba la recepcionista revisando unos documentos. Este la interrumpió.

—Disculpe señorita. Esta lo miro detrás sus gafas redondeadas.

—En que le puedo ayudar.

—¿Donde queda la habitación catorce?

—Por ese pasillo. 

Esta señalo una puerta marrón con sus uñas perfectamente arregladas. Este siguió el camino recorriendo un largo pasillo con paredes pintadas en blanco y franjas verdes. Busco la habitación que necesitaba y la encontró al final del recorrido. Sin pensárselo mucho entro, y allí la vio. Su cara estaba del asco, hinchada y con un gran moretón justo debajo del ojo.

Además, usaba un collarín y una venda se encontraba enrrollada en la cabeza. Aplano los labios acercándose hasta la cama.

—¿Qué le hecho a esta chica?  Se pregunto en susurro.

Mira su cuerpo entero, cubierto hasta la mitad por la sábana blanca de la clínica. Era una chica linda. Roso la piel de su mano, era suave aunque tenía un buen raspón en el brazo se podía sentir que ella era tan sedosa ¿Sería todo su cuerpo así? Se pregunto. Negó mentalmente.

—Pareces un pervertido Wagner ¿Qué crees que estás haciendo animal?

Se aleja de la cama, y fue a parar a un pequeño sofá verde que habitaba en esa habitación, los privilegios de ser atendido en una clínica. Recostó su cabeza del sofá un poco incómodo y sin querer se quedó completamente dormido.

Nadia hacia el intento de abrir los ojos, pero sentía tan pesado los párpados que le era imposible realizar una tarea tan fácil… se movió un poco sintiendo un pinchazo doloroso en la cabeza que del impacto logro abrir los ojos. Se llevó la mano hacia donde le palpitaba a  horrores.

—¡Madre mía! ¿Qué es esto? Toca el vendaje que cubría la mitad de la cabeza —¿Una venda? Pero… ¿Porq…? 

No pudo terminar la palabra porque sus ojos enfocaron a un extraño hombre dormido en un sofá. Parecía demasiado incómodo a decir verdad, ya que ese mueble era muy pequeño y el extremadamente grande. Pero la pregunta más importante de todas, ¿Quien carajos era ese tío? ¿Y que hacía en su… en su?

—¿Pero qué lugar es este? Susurro mirando hacia todos lados, entonces fue que recordó —El coche… El accidente, ¡Dios mío! Volvió a tocar su frente.

Miro al desconocido que continuaba dormido, parecía una persona adinerada. Llevaba un traje caro, zapatos finos y ese… ¡Dios! Con ese reloj podría pagar todos los semestres restantes de la universidad.

—¡Oh no! La universidad, mi primer día. Dijo Nadia sintiendo molestia. Necesitaba salir de dónde estuviera metida —¡He tú! Exclamó un poco alto de voz —Oye,¡Despierta! Grita.

Wagner despertó sobresaltado al escuchar la voz de una mujer gritando. En cuanto se puso en pie miro a la chica que se encontraba en la cama observándolo fijamente. Su corazón sufrió algo parecido a un pre-infarto porque al verla bien, aunque la luz fuese tenue podría observar bien su rostro. Era demasiado hermosa, y esos ojos marrones verdosos tan brillantes… tan… tan enormes y cautivadores ¡Por dios! 

Nadia contuvo la respiración por unos segundos, sintió la piel erirarse y no identifico si era por el frío de la habitación o por ver esos ojos de gatos escudriñando su alma. Abofeteó sus pensamientos, no era el momento y tampoco deberia de estar sintiéndose de esa manera… por todos los cielos, tenía novio, uno que muy probable estuviera como un loco buscándola. Pobre Josh pensó. De momento debía confrontar a ese tipo raro y misterioso.

—¿Quien es usted? ¿Qué es este lugar?

—Sufriste un accidente y estás en una clínica.

—Eso ya lo sé… ¿Clínica? ¡Madre mía! Esto es súper carísimo, ¿Cómo lo voy a pagar? ¿Qué clínica es esta? Pregunto angustiada.

—Solverzan. No te preocupes por…

—¡Oh no! La más costosa de todo Houston ¿Qué voy hacer? Casi al borde del llanto miro a Wagner que estaba inmóvil como idiota —¿Quien eres tú?

El estaba como idiotizado por ella, no comprendía que le pasaba… pero se sentía muy extraño ante aquella mujer con voz melodiosa. Sería conveniente contarle que el había sido quien la atropello. Bueno, de igual forma lo sabría estaba completamente seguro de que la policía estaría visitando la clínica por la mañana. Desde luego que eso no le preocupaba en lo absoluto, era más que imposible ir a prisión por una situación como esa. 

El único hecho que le atormentaba en esos momentos y no sabía porque… era que ella le odiara por haberla lastimado. 

—Me llamo Wagner D'Blukcle, yo… fui yo quien la atropello. 

—¡¿Qué?! Pregunto encrispada.

Estaba oyendo bien… ese tipo… ese sujeto había sido el causante de su desgracia. Por culpa de ese hombre ella… ella... ¡Cielos! Las lágrimas amenazaban con traicionarla justo en esos momentos. 

—Usted… se miro las manos que las tenía empuñada hasta que sus nudillos blanquearon —Usted es un ¡Desalmado! Le gritó mirándolo a la cara.

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