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Mi estómago comenzó a rugir, me dispuse a ir a la cocina para prepararme algo de comer cuando unos brazos me jalaron, y sentí mi piel erizarse por el contacto, no tenía que ser adivina para saber que ese olor venía de Mijail.
—¿Qué sucede? —le pregunté aun sintiendo sus brazos alrededor de mi cintura y su cabeza apoyada en mi cuello.