**ANDREA**
—Nos vemos pronto.
Ignoro el mensaje sin siquiera mirar quién lo ha enviado. No importa. Estoy demasiado cansada, confundida y emocionalmente desbordada con todo lo que acabo de escuchar. Las palabras de Henry aún resuenan en mi cabeza como una alarma que no se detiene, una tras otra, agitando mi interior como una tormenta silenciosa.
Santiago interrumpe mis pensamientos con una voz firme que me obliga a volver al presente.
—Chicas, nos vamos.
Subimos al auto. El aire dentro es denso, casi irrespirable. Nadie dice una palabra.
Gracia está completamente absorta en su celular, Santiago mantiene la mirada fija en la carretera y yo… yo no sé dónde posar los ojos. Cada rostro que veo en la acera, cada vehículo que nos adelanta o se cruza en nuestro camino, me hace pensar que podrían ser hombres de Montenegro. Espías, sombras, amenazas disfrazadas de normalidad. Siento que la paranoia se me mete en la piel como un frío invisible.
Finalmente llegamos a la residencia. El ambiente e