Por la noche, Mateo llegaba al Penthouse, luego de un día largo de trabajo. Le dolía la cabeza, el cuerpo, se encontraba realmente cansado, el tener una nueva sede significaba comenzar de nuevo de cero y era un trabajo cansino. Pero lejos estaba de arrepentirse de haber seguido adelante con ese proyecto, y no solo por expandir su negocio y el negocio de su familia, sino también porque podía quedarse donde estuviese Aye. Marcelo le había contado todo lo que pasó con la joven y también, adicionalmente, le comentó lo que él pensaba, dando también su modesto consejo, por lo tanto, Mateo sabía bien que Aye tenía miedo de que él la volviera a dejar por el trabajo familiar, sin embargo, eso no iba a pasar. Él había llegado y estaba haciendo todo ese esfuerzo para quedarse, no iba a irse de nuevo. Ahora el problema era hacerle tener esa certeza a Aye.
El joven camina hacía la sala, quitándose en el proceso, los zapatos, luego el saco; en cuanto llegó a su destino se desploma sobre un sofá, al