Capítulo 86

—No tienes la culpa de nada —Mateo niega con la cabeza al sentir sus ojos arder por lágrimas que luchan por salir—. Te juro que tú me haces muy bien, lejos está el que puedas hacerme daño —expresa con delicadeza.

—Pero una vez te hice daño —sisea, apretando las manos que Aye tiene alrededor de su rostro luchando consigo mismo para quitarlas o dejarlas donde están.

—Creo que ambos nos hemos hecho daño en algún momento —le consuela.

—Dime qué hacer para recompensar el daño que te causa —Mateo se libera de las manos de la Aye y coloca sus propias manos en el rostro de la chica—. Pídeme lo que quieras, pídeme lo que sea y te juro que te lo daré. Haré que esos ojos verdes vuelvan a brillar como antes —Sus labios están rozando los de Aye—. Solo dime qué hacer y lo haré —le suplica.

—Bésame —le susurra.

Mateo muestra su media sonrisa y acata el pedido de ella. Sus bocas chocan, sus lenguas blanden armas sin piedad, ambos están sumergidos en una guerra sin fin. Las manos de Mateo viajan a la
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