Capítulo 87

—Bueno, bueno —canturrea Marcelo al ver a Mateo sonreír—. ¿A qué se debe esa estúpida sonrisa tuya? —curiosa entrando en su oficina.

—A nada en especial —responde Mateo tratando de ocultar su sonrisa y perdiendo esa lucha de manera considerable.

—No me tomes por idiota —se queja el italiano—. Tienes esa sonrisa de Leonardo Di Caprio gritando “Soy el rey del mundo” en el maldito Titanic ignorando que va a estrellarse contra el jodido iceberg.

Mateo se carcajea ante esa analogía.

—Solo me levante bien; la empresa está dando frutos y ni siquiera la hemos inaugurado.

Marcelo rueda los ojos.

—Como digas —resopla no creyéndole nada en absoluto—. ¿Con quién estuviste anoche? —indaga haciendo que el audido levante la mirada hacia él con brusquedad—. No te atrevas a mentirme —le advierte al darse cuenta que Mateo hilaba una mentira—. Llegué temprano y te escuché con alguien en tu habitación. ¿Quién era?

—¿Cómo que llegaste temprano? —suelta, tratando de estirar la pregunta de Marcelo.

-Si; tem
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