Con rapidez ella vuelve al presente sintiendo como todo su cuerpo comienza a temblar ligeramente. Dándose cuenta que las cosas no eran tal cual ella pensaba.
—Eso no fue un sueño —se da cuenta.
—Hola, Aye —escucha a su lado haciéndola saltar en el lugar.
—Ah, hola, Caleb- saluda ella.
—¿Qué haces? —cuestiona mirando el monitor de la computadora—. ¿Quién es?
—Jamón, nadie —dice quitando la página con velocidad—. Solo estaba buscando algún tatuaje —miente al ver que el joven la miraba de manera extraña.
—Ese tipo tenía muchos tatuajes —observa Caleb.
—Sí —Sonríe ella un poco nerviosa—. Debo irme —le hace saber cerrando por completo el buscador conforme se apresura a levantarse de la silla.
—Está bien —entona el chico elevando una ceja sin dejar de mostrar su sonrisa—. ¿Quieres compañía? —indaga.
—No es necesario, gracias —le responde mostrando una sonrisa forzosa antes de salir disparada del lugar dejando al joven viéndola desaparecer.
De madrugada, Aye daba vueltas en su cama tratando