Por la noche, todos estaban en sus respectivos cuartos, Aye compartía cuarto con Sonia, pero la chica se había escabullido por los pasillos y de seguro estaba en algún rincón con Adam. Era una maldición no poder dormir en ese momento, sabía que dormir todo iba a pasar más rápido, sin embargo, no podía pegar un ojo y se había cansado de dar vueltas en la cama, por eso, decidió adentrarse en la oscuridad y dirigirse hacia la piscina. Estaba fresco, por lo que se envuelve en una bata, pero inevitablemente sale descalza de su habitación. Con pasos sigilosos, para que nadie la escuche y no se despierten, camina por los pasillos, baja las escaleras y sale a la parte trasera de la casa para llegar a la piscina, en donde se sienta en el borde y hunde sus pies en el agua dejando que se congelen con el líquido, mientras piensa qué excusa convincente poner para poder irse cuanto antes a Estados Unidos.
— ¿Todavía tienes la costumbre de congelar tus pies como distracción? —escucha la voz profund