Dos días después, Aye junto a Sonia, sus padres y hermanito, se adentraban a la residencia Dunckan, el estómago de Aye parecía que tenía vida propia, no paraba de estrujarse, dolerle y hacer ruidos raros, los cuales esperaba que se terminaran antes que estuviera cerca de algunos de sus amigos y no hacerla pasar un calor extremo. Al llegar a la puerta en donde los esperaban Sole y Sofi con una enorme sonrisa, comienza a inhalar y exhalar, tal cual le enseñó a la madre para cuando los nervios hacían meya en ella. No sirvió de nada, seguía sintiéndose descompuesta. Sonia se da cuenta de la lucha interna de Aye y se coloca a su lado empujando con delicadeza su hombro para llamar su atención, Aye la mira y ella le sonríe al tiempo que le articula “Somos fuertes”.
—Vamos, pasen —insta Sole—. Atrás están esperándolos.
Y así era; Todos estaban atrás, sentados en una larga mesa de madera. Aye podía ver a Erik, en la cabeza, Ian a su lado, con la bebé en sus brazos, un lugar vacío que de segu