Mundo de ficçãoIniciar sessão—¿Miedo? —pregunta ella—. ¿Miedo a qué?
—A que no quisieras que vaya —dice con sinceridad—. Soy consciente de que es muy lejos, que estaría sola, sin ustedes. Pero de verdad quiero hacerlo, es mi sueño terminar mis estudios en Juilliard.
—Tienes razón, es muy lejos —expresa Lina provocando que la cara de Aye decaiga—. Sin embargo, sé cuáles son tus sueños y jamás me interpondría en ellos. Deberías haber confiado en mí, duele saber que no lo has hecho.
—Lo sé, lo siento —Aye se levanta y corre hacia su madre y la abraza—. Lo siento, mamá —le repite con el rostro escondido en el cuello de su madre.
—No importa, Aye, está bien —la tranquiliza ella.
—Me perdonas? —le ruega la joven.
—No hay nada que perdonar, te entiendo —Lina le acaricia la espada aguantando su propio llanto—. Sé porque lo hiciste —Aye la mira—. Yo también tuve tu edad —Le sonríe y Aye también lo hace.
—Eso quiere decir que puedo ir? —curiosa Sí.
—Puedes ir —asiente Lina y Aye pega un grito y la abraza más fuerte haciendo reír a sus padres—. Pero —ante eso Aye deja de moverse y contiene la respiración—… no debes hacer algo así nunca más. Quiero que confies en mí, siempre.
—Sí, sí. Confió en ti. Sí, mamá —se apresura a decir abrazándola de nuevo.
—Yo no me merezco un abrazo? —interrumpe Alex finciendo estar afligido.
—Te amo, papá —Aye salta a los brazos de Alex arrancándole una carcajada.
Una vez que se calmó, Lina se aclaró la garganta para ocultar el nudo y poder hablar.
—Debes decírselo a Gaby —le sugiere sabiendo que es él con ella.
—Sobre eso…
Aye mira a todos lados menos a su madre.
—No me digas que él también lo sabe —exclama poniéndose furiosa de nuevo.
—No, no —se apresura a aclarar Aye— Él no sabe nada, sin embargo, quería que se lo dijeran ustedes…
—Ah, no, niña, ni lo pienses —nega Lina—. Vas y hablas con él, cuéntale todo y te aguantas todo lo que diga y el pataleo que hará, ponte los pantalones de niña grande y aguanta lo que venga. Yo a ese tren no me subo.
—Está bien —suspira Aye sabiendo que la madre tiene razón.
—Es tu historia para contar —le indica Alex.
—Está bien —repite ella—. Voy a ducharme y luego voy a su casa para contarle.
—Me parece bien —asiente de acuerdo Alex.
Aye besa a cada uno de ellos y se gira para salir.
—Sí —la llama Lina.
—¿Sí, mamá?
—¿Estás bien? —quiere saber.
Aye le sonríe y asiente.
—Muy bien, mamá. Gracias.
En realidad, no está muy bien, era uno de esos momentos en que anhelaba que una persona en especial estuviera a su lado apoyándola como había hecho en muchas oportunidades.
Ella abre la puerta para salir de la oficina y un pequeño cuerpo con pelo rubio cae a sus pies. Ella da un paso atrás, asustada y cuando se da cuenta que se trata de su hermano comienza a reír y sus padres la segunda detrás de ella.
—No es chistoso que se rían del más pequeño —se queja el niño levantándose del suelo.
—Lo tienes merecido por chismoso —le reprende Aye.
—Mamá —se queja él.
—Ella tiene razón, Lucas —Sonríe Lina.
-¿Papá?
Busca que al menos su padre lo defienda de las mujeres.
—Esta vez no hay manera de cubrirte —se ríe Alex haciendo que el niño bufe.
—Todos están siempre en mi contra —refunfuña él.
—Esas palabras me suenan —le susurra Alex a Lina sabiendo bien que son palabras de su mujer.
—Voy a ducharme —anuncia Aye y antes de salir le revuelve el pelo a su hermano.
—Ve a buscar algunos dulces así vemos una película —le indica Lina a Lucas.
—Está bien.
El niño sale corriendo para llegar rápido a la cocina.
—¿Estás bien? —le pregunta Alex a Lina dándole un suave beso en la mejilla.
—Crees que va a estar bien? —indaga mirando hacia la puerta.
—No lo creo. Estoy seguro —le contesta abrazándola desde atrás y apoya su barbilla en la coronilla de ella.
—Desde que Mateo se fue, ella cambio.
—Mateo se fue por que era su deber y lo sabes.
—Lo sé, no lo acuso de nada. Sé muy bien que su decisión no fue fácil y era lo que le correspondía hacer —Ella suspira—. Pero desde él, ella no ha sido la misma.
— ¿Estás diciéndome que ellos dos tuvieron sexo? —Alex se ahoga con la última palabra—. Porque si es así voy hasta Italia a cortarle bolas.
Lina se ríe con fuerza y niega con la cabeza.
—No me refería a eso.
Alex suspira de manera audible.
—Gracias a Dios.
—Aunque estoy segura que él fue su primera vez —Ella sonríe.
—Lina —gruñe Alex y ella se carcajea.
La mujer se gira y se pega a su marido haciendo olvidar lo que acababa de decirle sobre su hija. Lina atraca la boca de él y él se deja ser atracado por ella.
—Vas a tener mucho trabajo haciendo que supere que nuestra hija esté en otro país —le murmura ella en cada beso.
—Vamos a tener mucho trabajo los dos —reconoce Alex.







