—Señorita Torrielli, ¿viene a ver a su padre? —interroga a la recepcionista en cuanto la joven se acercó a ella. Helena niega con la cabeza sonriendo.
—Vengo a ver al señor Stagnaro —le hace saber—. ¿Se encuentra ocupado? —curioso.
—No, señorita, de hecho, está en su oficina. Vaya tranquila que yo el anuncio —le indica y Helena con un asentamiento de cabeza se dirige hasta el elevador.
Minutos más tarde se encontraba frente a Fanny, la secretaria de Mateo, la cual la miraba extrañada, Helena no era de visitar mucho a Mateo en la empresa, ella en realidad, casi nunca pisaba ese lugar, pero allí estaba esperando ver a su amigo de toda la vida y con una enorme sonrisa en su rostro, una que no podía ocultar por más que quisiera.
—Puede pasar —le avisa la secretaria.
—Gracias, Fanny —La joven hace su camino hasta la oficina y abre la puerta en donde solo asoma su cabeza—. ¿Se puede? —pregunta.
Mateo quita la vista de los papeles que ojeaba y posa su mirada en la joven que de a poco s