Mauricio Lescuyer de la Vega un rico y exitoso psicólogo. Gabriela Elizalde Valencia una joven estudiante de literatura. Sus vidas se verán enlazadas desde el día que un compañero de la universidad intenta besarla a la fuerza, haciendo así que los fantasmas de esta vuelvan a perseguirla. Es así como Gabriela se vera obligada asistir a terapias psicológicas durante 6 meses, pero quien se iba a imaginar que al llegar al consultorio de este prestigioso psicólogo su vida cambiaría de una forma inesperada. Mauricio le enseñara a descubrir un mundo que ella desconoce donde los deseos y la atracción serán mas fuertes que la ética profesional. Desafiando en si todo reglamento escrito donde dice que un profesional de la salud jamas se puede enamorar de su paciente.
Leer másGabriela 2 días después He sentido morirme en estos dos días y las almohadas de la habitación que me organizo Carla han sido testigos de mi sufrimiento, quien se iba a imaginar que Mauricio dentro de poco será papá y tendrá la responsabilidad de hacer feliz a su familia, ese niño o niña no se podía quedar sin una figura paterna, más que nadie se lo que se siente no tener a un papá y no podía ser tan egoísta. Creo que fue lo mejor, alejarme de sus vidas para que ellos formen un hogar y le ofrezcan esa felicidad a ese pequeñito que viene en camino, sin embrago mi vida tiene que continuar y para eso antes de irme a España necesito arreglar y salir de dudas en muchas cosas. ―Aquí tiene los resultados ―Me habla una de las enfermeras del centro médico Buenos Aires y si, le dije una pequeña mentira a él para que no me siguiera. ―Muchas gracias ―Respondo para después abrir el sobre de la prueba de embarazo que me realice hace dos horas. Tengo mucha ansiedad lo admito y como me hubiese gust
MauricioTermino de almorzar para luego llevar los platos a la cocina y una vez estoy allí decido lavarlos para después secarlos, colocándolos en su lugar, no quiero que por nada del mundo, exista algo que pueda interrumpir nuestra conversación. De solo imaginar que está entrando por esa puerta, y me pida que hablemos, las manos empiezan a sudarme. Yo no pedí nada de esto, ni mucho menos quise tener un hijo con verónica, pero las cosas se dieron de esta manera y ahora toca enfrentar con valentía la verdad de esta situación, sé que causare un dolor irreversible en su corazón, pero al menos le estare siendo sincero, y será mi boca la que confiese toda la verdad.Salgo de la cocina y mientras estoy meditando como decirle la verdad, escucho el sonido de la puerta haciéndome centrar mi mirada, encontrándome con su rostro enrojecido, y las lágrimas por sus mejillas, apretando con sus manos la cinta que tenía en el cabello. Al verla así me preocupo y un movimiento de mi parte voy hasta ella
GabrielaQuien ha dicho que las cosas serían fáciles, o que las dificultades se resolverían en un abrir y cerrar de ojos. Nadie, sé que a Mauricio le debe estar doliendo en el alma haber perdido su puesto en Buenos Aires, pero ni modo a veces la vida no es justa con nosotros y nos toca seguir caminando, aunque eso implique encontrar espinas en el camino.Salimos de la habitación tomados de la mano, para dirigirnos a la sala y cuando estamos allí, Alberto y mi tía Rosiris nos quedan mirando, sin decir una sola palabra, basta con la expresión de sus ojos para dar por hecho de que algo no anda bien, sin embargo lo disimulan bastante bien, se levantan de sus sillas y una palabra sale de la boca de mi tía ―Gaby, saldré con Alberto a dar una vuelta ―Me dice cuando ya se han levantado para dirigirse al sofá, tomar su cartera y colocarla en su brazo mientras Mauricio se acomoda en la mesa.―Está bien, solo ve con mucho cuidado y disfruta esta tarde ―Me expreso dándole un beso en la mejilla, d
Mauricio―Buenas tardes ―Saludo con una leve sonrisa tratando de disimular esta tristeza que llevo por dentro y solo la veo a ella acercarse a mí, para abrazarme.―Buenas tardes ―Responden a voz de coro sin dejar de mirarme.― ¿Ha pasado algo? ―Indaga Gabriela y asiento.―Si… pero no quisiera hablarlo en el momento, sigan almorzando ―Digo cordial, para después caminar hacia mi recamara tomado de la mano con Gabriela y una vez que estamos adentro su mirada se centra en la mía.―Mau… a mí no me engañas, ¿ha pasado algo? ― Pregunta y de inmediato coloco mi bolso en la pequeña silla del tocador, para regresar a sus manos guiándola hasta el borde de la cama.Ella sigue acariciando mis manos sin apartar su mirada, mientras tengo un debate por dentro, es que no se ni por dónde empezar o como explicarle para que no se sienta culpable de mi despido ―Mi linda, antes que nada te vez preciosa con ese enterizo, y ese lazo en tu cabello te hace ver más tierna de lo que eres ―La alago intentando rom
Gabriela«Que cansancio» es lo primero que digo cuando doblo mi cuerpo, para estirar mi brazo hacia el nochero que está al lado de la cama, donde suelo colocar mi teléfono celular y me sorprendo al darme cuenta que son las 11 de la mañana «Eso me pasa por volverme acostar» me regaño a mí misma, levantándome de la cama para ir a pasos apresurados al baño ya que tengo la cita a las 2 de la tarde y tengo el tiempo justo para preparar almuerzo y salir para el centro médico.Termino de ducharme para dirigirme al closet, abro las puertas de este, encontrándome con un conjunto de color rosado, rápidamente lo saco y en cuestión de segundos ya me lo he puesto, para después llegar al tocador hacerme una cola de caballo en el cabello, con un maquillaje lo más natural posible y saco los tacones de punta más bajita haciendo una combinación perfecta con el conjunto «Lista» Hablo en voz baja mirándome al espejo, para levantarme. Me acerco a la cama tomo mi cartera y salgo de esta recamara con direc
MauricioLevantarme en la mañana para cumplir mis actividades laborales, en el centro de salud Buenos Aires se torna difícil. Más cuando la fiesta de bienvenida, que organizo mi hermana Camila para la tía de Gabriela, se acabó en horas de la madrugada, como quien dice solo hemos dormido 4 horas y digo hemos porque mi Gaby esta despierta desde temprano para prepararme el desayuno.―Buenos días mi linda ―Digo al salir del cuarto trayendo unas carpetas que me traje del consultorio la última vez que estuve.―Buenos días mi amor ―Se expresa trayéndome el desayuno a la mesa y no puedo creer lo radiante que se ve esta mujer a pesar de haberse trasnochado.Rápidamente vuelve a la cocina para traer la jarra del café y me sirve en mi pocillo para después sentarse al lado mío ―Espero te guste ―Comenta luego que ha terminado de servir.―Todo lo que tu preparas, a mí me gusta ―Confieso guiñándole el ojo mientras llevo a mi boca unas tortillas hechas con carne molida de cerdo, pero que tiene un sa
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