La verdad

Gabriela

Han pasado dos días, desde que lo vi y todavía me parece increíble que mi súper héroe sea mi psicólogo, tengo tantas emociones encontradas y mi cabeza solo está llena de pensamientos hacia él, por lo menos se su nombre, se llama Mauricio, pero esto que siento es tan inexplicable que por eso mi tía Rosi se quedó un poco inquieta y es entendible, después de los días que he vivido es normal que imagine que me estoy volviendo loca, me acomodo un poco el cabello y entro al consultorio.

—Buenas tardes —lo saludo mientras cierro la puerta.

— ¡Hola! mi Gaby linda ¿Cómo has estado? —pregunta amablemente, pero cada vez que me llama linda mi corazón quiere acelerarse y no sé qué será toda esta sensación.

—Muy bien Mauricio —sonrió.

—hoy vamos hacer una pequeño ejercicio, pero para eso necesito que me tengas confianza, el éxito de este ejercicio depende de ti mi Gaby, vamos al sofá por favor —me dice.

— ¡Claro! —respondo un poco inquieta acomodamos en el sofá, de repente me toma de las manos con tanta ternura, como si intentara entrar un poco en mi alma — «Dios que es todo esto»

—Hablaremos de tu pasado —comenta observándome con esos ojos grises que me cautivan. Pero no por eso voy a permitir que intente recordarme algo de lo que no me gusta hablar.

— ¡Y para qué quieres que hable de mi pasado! ¿! No entiendes que todavía me duele!? ¿! Qué no es fácil para mí!? —respondo mientras una lágrima recorre mis mejillas.

—Yo sé que no es fácil mi linda, pero si te decides, lo superaremos —juntos— insiste y me atrevo.

—Está bien., si eso es lo que quieres te lo diré —contesto molesta.

Hace 5 años atrás yo era la joven más feliz de mi pueblo, no tenía una vida de rica pero si lo suficiente para vivir, mis padres eran unos campesinos muy humildes que trabajaban del día a día para poder sostener nuestro hogar, por supuesto que mi tía Rosiris también aportaba gracias a la venta de sus enciclopedias, mientras yo me dedicaba a estudiar, quería ser la mejor escritora del mundo y para eso tenía que echarle muchas ganas, pues apenas estaba culminando mi bachillerato., hasta ahí todo iba bien, una noche mientras veíamos la televisión escuchamos unos disparos y muchos gritos que provenían de granjas vecinas, mi padre tomo su escopeta pero cuando quiso salir, era demasiado tarde esos hombres habían invadido nuestros predios, como el puso resistencia le dispararon delante de mí sin ningún tipo de remordimiento, mi madre me dijo que corriera con todas mis fuerzas sin mirar hacia atrás y así lo hice, luego sentí otros disparos y no volví a escuchar su voz, como pude corrí descalza dentro de los maizales, pero fue en vano uno de ellos me alcanzó, caí al suelo y empezó a rasgarme el vestido, yo le suplicaba que no lo hiciera, le gritaba que no quería, pero él no me hacía caso y con sus sucias manos me pegó en el rostro, para que me callara, fue entonces cuando me di por vencida mientras lo veía desabrocharse a manera veloz el cinturón de su pantalón, de pronto apareció mi tía con una piedra y terminó golpeándolo en la cabeza, dejándolo prácticamente inconsciente, como pude me levanté con mi vestido medio roto, y bajo ese fuerte aguacero logramos escapar hasta llegar al pueblo vecino, donde una persona muy bondadosa nos ayudó con ropas y dinero, después decidimos mudarnos a esta ciudad.

— ¿Estás contento?— por fin lograste lo que querías —le digo estando de rodillas en el piso.

El se levanta del sofá para luego gentilmente ayudarme a poner en pie, mete una de sus manos al bolsillo, saca un pañuelo de color blanco, y me lo ofrece para que seque mis lágrimas, pero al igual que yo, nota que eso no basta.

—Mi Gaby linda —escucho pronunciar mi nombre, justo ahí, mi mirada se concentra en sus enormes ojos grises, mientras sus fuertes brazos arropan todo mi delicado cuerpo, haciéndome sentir algo extraña, sonara raro pero es la primera vez que me siento realmente protegida, tenerlo cerca de mí, escuchar los latidos de su corazón, me hacen sentir confiada, tanto así, que se me olvida todo lo malo, podría pasar horas enteras prendada a su pecho y no me cansaría, porque en estos momentos no siento que estoy con el psicólogo, sino con mi Iron Man,

— ¿Te sientes mejor? —pregunta haciéndome volver a tierra.

—Si Iron… digo Mauricio, y por unos segundos casi que me delato pero reacciono rápido —gracias por el pañuelo y también por el abrazo en verdad si los necesitaba —le digo inquietamente.

—Avanzamos bastante en el día de hoy y eso significa que vamos progresando mi Gaby —comenta entusiasmado. Pero es tanta la amabilidad que ha tenido conmigo que todavía no me lo creo.

— ¿Y siempre te comportas así con todas las mujeres? Perdón quise decir con todas tus pacientes.

No sé cómo se me ocurrido preguntar semejante cosa, pero como la vez pasada escuche a una mujer decir, que solo venía a las terapias por que el psicólogo estaba guapo, quería salir de la duda.

—Excelente pregunta Gaby. —solo con las que me consideran su amigo, como hoy lo hiciste tú. Cambiando el tema el día viernes no voy a poder estar, tengo un congreso que me imposibilita continuar ese día con las terapias, nos veríamos de nuevo el lunes a la misma hora. Es todo por hoy mi linda —comenta un poco seco y aunque me entristece tener que esperar hasta el lunes asiento.

—Hasta el lunes doc. —Termino diciéndole antes de salir del consultorio y sé que no le gusta que lo llame de esa forma, pero realmente su comportamiento me confunde, hace un momento cuando le estaba contando mi historia estaba todo tierno, pero ahora prácticamente volvió a estar distante, una vez Carla me dijo que la mayoría de las personas que trabajan en el área de la salud siempre tienden a comportarse así, pero con Mauricio no sé ni qué decir a veces siento que es amable conmigo, otras que es coqueto, realmente me estoy volviendo loca con esta situación «hay papitos ayúdenme con esto por favor» me digo y caigo en cuenta de algo. Bueno y a mí porque me tiene que importar que sea distante o no conmigo, ni que me gustara ese hombre, — ¿Qué acabas de decir Gabriela?— Estás chiflada, ahora sí, que se te zafó un tornillo, definitivamente que te remitan para psiquiatría. Respira profundo, trata de tranquilizarte y pensar bien las cosas, mejor enfócate en lo que vas hacer mañana cuando regreses a la universidad ya que tienes tres días que no vas y deben haber muchas tareas pendientes.

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