65. CONTINUACIÓN DE LA VERDAD
La señora Lucrecia asintió sin separar la mirada de Sofía y Javier que seguían jugando ajenos a que el señor López estaba conversando con su vecina Lucrecia.
—Eso mismo es lo que pienso, pero ella tiene miedo. Yo me preocupo mucho por ella y su hijito, me dan lástima —siguió con un suspiro Lucrecia. — Por eso cuidé al bebé desde que nació. Luego que mi esposo se enfermó, dejé de hacerlo y ella buscó a otra persona. Ahora la niñera no vino más y yo me quedé sola, se lo cuido. Porque ella se vio obligada a llevarlo a su trabajo y una arpía la amenazó con contarle todo a su jefe. Pobrecita, ella solo lloraba, Sofía no tiene malicia y eso me da mucho miedo. Son como mi familia ahora, ¿por qué le interesa tanto?
—No es que me interese, es que las vi tan felices que quise felicitarlas. Luego el sol es tan agradable y su compañía, que me agradó conversar. Por nada más señora. Admiro a esa joven que se hizo cargo de su pequeño y no lo abandonó a pesar de ser huérfana y madre soltera —dijo p