291. LA ANTESALA DEL DESENLACE
Todo parecía que estaba en orden de acuerdo al plan que habían trazado. Cada quien sabía lo que debía hacer. Aún así Fenicio se movía inquieto.
—Cálmate, Fenicio. Todo está bajo control; nadie nos verá cuando lleguemos porque vamos a aterrizar lejos y nos recogerán tus hombres, que ya se infiltraron en lugar del personal original como ordenaste. Iremos directamente a las habitaciones secretas —aseguró César, girándose hacia su padre para preguntarle nuevamente—: ¿Papá, estás seguro de que debo llevar a Javier? Podría dejarlo aquí con la señora Azucena, estaría bien cuidado.
—Hijo, es necesario —respondió Sir Alexander que se mantenía sereno—. Deben ser presentados en sociedad; lo siento. Si queremos proyectar la imagen de una familia unida, no podemos dejar de incluir al pequeño Javier. El la continuidad de la familia.
La atmósfera en el comedor era espesa, cargada con el peso de lo que estaba por venir. Los gemelos López observaban su entorno con una mezcla de asombro y nerviosis