292. LISTOS PARA LA LUCHA
Sir Alexander, cuya expresión se había suavizado ante las palabras de su primo, asintió con la cabeza, su mirada comunicando una mezcla de respeto y afecto fraterno.
—Nadie te devolvió tu honor, Henry; lo recuperaste tú solo —respondió con firmeza, asegurándose de que su primo entendiera la importancia de sus propias acciones. Se giró hacia el resto de la familia con un aire de decisión—. Ahora creo que es hora de partir. Nos espera una noche muy larga.
La familia Cavendish, bajo la meticulosa coordinación de Fenicio, se dirigieron a sus habitaciones con una mezcla de urgencia y sigilo, recogiendo lo necesario para el viaje. Los dos aviones privados esperaban en la pista improvisada, oculta entre la vasta propiedad de Sir Alexander, lejos de miradas indiscretas y cámaras curiosas. Habían tomado todas las precauciones para que su partida fuera tan secreta como la brisa que apenas se siente pero nunca se ve.
Al llegar a Capitalia, la precisión de su infiltración fue quirúrgica. Rec