En este link puedes encontrar tres novelas: 1. Mi pequeña descarada. 2. Tentación prohibida. 3. El juego del engaño Mi pequeña descarada: En su búsqueda de respuestas por la muerte sospechosa de su padre, Kassio Volkov no tiene más opción que jugar bajo las reglas de su manipuladora madrastra. Su prioridad es conseguir las pruebas suficientes para obtener su venganza y no piensa dejar que nadie lo desvíe de su objetivo, ni siquiera Sienna Morelli. A pesar de la impredecible chispa que surge cada vez que está junto a la descarada e impulsiva hermana del hombre que se llevó a su prometida justo el día de su boda, está determinado a resistirse a sus encantos. Sin embargo, mantener a Sienna lejos de él, no la mantendrá lejos del peligro que lo rodea.
Leer másUn año antes
Kassio observó el pétreo rostro de su padre, casi parecía que solo estaba durmiendo. La última vez que lo había visto, antes de viajar a Londres hace casi una semana, él se veía bastante bien, quizás no como el hombre fuerte y lleno de vitalidad que había sido alguna vez, pero tampoco notó en él ninguna evidencia de que fuera a morir pronto. Y, aun así, allí estaba, recostado dentro de su ataúd.
—Mis condolencias, hijo —le dijo uno de los amigos de su padre parpándose junto a él—. Tu padre fue un hombre ejemplar y todos lo extrañaremos. Él estaba muy orgulloso de ti.
Kassio lo sabía, aunque su padre nunca se lo había dicho. Su relación no era lo que se llamaría cercana. Maxim Volkov había tenido un orden de prioridades en la vida y el trabajo siempre había estado en la cima de la lista, mientras que criar a su hijo estaba casi al final. Pero no fue un mal padre. Se aseguró de darle la mejor educación posible, cubrir sus necesidades y nunca lo había maltratado.
Iba a extrañarlo.
—Gracias por venir —dijo antes de alejarse con Domenico, su mejor amigo, siguiéndolo de cerca.
Varios de los socios y amigos de su padre se acercaron a él para darle su pésame. Kassio soportó la siguiente hora con una expresión inalterable.
—Creo que esos han sido todos —comentó Domenico.
Vagó su mirada por el salón y casi hizo una mueca al ver que su madrastra fijaba su atención en él. La vio disculparse con los que estaba hablando y caminar en su dirección. Había estado evitándola desde que llegó, pero al parecer no podía seguir escapando de ella.
—Señora —saludó Domenico, inclinando la cabeza levemente hacia Nastia—. Volveré en un rato —le dijo a él y se alejó.
—Pensé que no llegarías, pero me alego de que lo lograras. El abogado de tu padre quiere reunirse con nosotros después del entierro para leernos el testamento de tu padre.
Una sonrisa irónica apareció en su rostro.
—¿Tan pronto?
—No tiene sentido esperar —dijo su madrastra con suavidad. Era tan buena fingiendo—. Además, es mejor ahora que estás aquí. Siempre estás de viaje.
—Trabajando. Algo que debe ser extraño para ti. —Colocó las manos en los bolsillos de su pantalón y se alejó en dirección a la puerta. Necesitaba algo de aire fresco.
—¿Escapando? —Domenico lo alcanzó cuando estaba llegando a la puerta—. No es que pueda juzgarte. Esa mujer me da escalofríos cada vez que está cerca.
Kassio sonrió levemente. Era reconfortante tener a su amigo a su lado en un día como ese, no es que se lo fuera a confesar.
—Nastia me acaba de informar que hoy leerán la herencia de mi padre.
—Vaya, eso es pronto.
—Tengo un mal presentimiento sobre eso.
Los dos se quedaron silencio allí hasta que alguien se acercó a informarle que había llegado la hora de empezar con la ceremonia de despedida.
Un par de horas después, Kassio entró a la casa de su infancia. Hace tiempo que no vivía allí y solo la visitaba una vez al mes para comer son la familia. Ahora, con su padre muerto, no tenía planes de regresar más.
—¡Hermanito! —Maxim, su hermano, nombrado así en honor a su padre, estaba de pie en las escaleras El niño de oro tenía la apariencia de haberse pasado la noche bebiendo.
—Maxim.
—Veo que sigues siendo tan reservado como siempre.
—No te vi en el entierro.
—Estaba un poco ocupado, pero llegué justo a tiempo para despedir a papá.
—¿Natasha? —preguntó mirando a su madrastra, parada detrás de Maxim.
—Está en su habitación, esta no es una reunión a la que deba asistir.
—Señores —saludó el abogado.
Su madrastra los condujo a todos hasta la sala y se acomodó en el sofá largo. Maxim se sentó a lado de ella y el abogado en el sillón. Kassio se quedó de pie en un rincón, con la espalda apoyada en la pared y los brazos cruzados sobre el pecho. El abogado le lanzó una mirada como si esperara que se uniera a ellos, pero debió deducir que no lo haría, ya que al final solo sacó los papeles de su maletín y empezó a leer el testamento.
—El señor Volkov dejó sus acciones, esta casa y otras propiedades que se mencionan a continuación a su esposa, la señora Nastia Volkova.
La decisión de su padre lo tomó por sorpresa. Era demasiado sospechoso que su padre hubiera decidido dejarle la totalidad de sus acciones a Nastia y por consiguiente a Maxim. El muchacho, a sus veinte cuatro años, era un especialista despilfarrar dinero más que en ganarlo y si su madre lo ponía al mando de la empresa, destruiría el legado de su padre tan rápido que nadie podría hacer nada para frenar la caída.
Miró su madrastra con curiosidad. Nastia estaba llorando sujetando un pañuelo cerca de sus ojos. La esposa abnegada. A su lado Maxim tenía una sonrisa comemierda mientras lo miraba como si acabara de ganar alguna especie de competencia.
Había algo raro e iba a descubrirlo.
—A mi hijo mayor le dejó la propiedad en las islas y … —Kassio dejó de escuchar la lectura mientras pensaba en lo que venía a continuación. Su padre lo había entrenado para ocupar su lugar cuando se retirara, pero con su madrastra en posesión de la mayoría de las acciones, eso ya no parecía una posibilidad.
Tenía un plan de respaldo. No se llegaba a los treinta y un años con la reputación que había conseguido si no estabas preparado para cualquier percance. Sin embargo, no podía permitir que Nastia y su hijo destruyeran la empresa que su padre había llevado al éxito con tanto esfuerzo.
—Eso es todo —dijo el abogado.
Enderezó la espalda y se dirigió hacia la salida.
—Kassio, espera —lo detuvo su madrastra cuando casi había llegado a la puerta principal. Él se detuvo y se dio la vuelta.
—Convocaré a una reunión de la junta para nombrar al nuevo CEO. Quiero que ocupes el cargo.
Inclinó la cabeza hacia un lado intentando descifrar lo que su madrastra estaba tramando.
—Por supuesto —continuó ella—, tendrás que hacer todo lo que te diga.
Maxim se quitó el saco y lo dejó a un lado, avanzando hacia el patio trasero mientras se desabrochaba las mangas de la camisa. A cada paso, las risas de sus hijos se volvían más fuertes.Al llegar al umbral de la puerta, Maxim se detuvo y apoyó un hombro en el marco de la misma. Sonrió al ver la escena que se desarrollaba frente a él. Su esposa corría detrás de sus hijos, que la esquivaban con risas y brincos para evitar ser atrapados.Valeria llevaba un vestido floreado que le llegaba a medio muslo, su cabello caía libremente sobre su espalda y una enorme sonrisa adornaba su rostro. La recorrió lentamente con la mirada. Después de dos embarazos, se vía aún más bella. Maxim no podía esperar para poner sus manos sobre ella.Había pasado un par de días fuera de la ciudad, resolviendo asuntos de negocios, y durante cada momento había extrañado a su esposa y a sus hijos. Ya no viajaba tanto como antes y odiaba cada vez que debía alejarse de ellos.—¡Papi! —chilló su hija antes de comenzar
Valeria tomó una bocanada de aire y luego lo soltó lentamente. No podía creer que aquel momento había llegado por fin, dentro de poco se convertiría en la esposa de Maxim.—¿Nerviosa? —le preguntó Kassio.Las chicas habían salido de la habitación unos minutos antes, justo segundos después de que Kassio llegara. Valeria no tenía a su padre para llevarla hasta el altar, y aunque había considerado la opción de caminar por el pasillo sola, al final decidió que quería a Kassio a su lado. Con el tiempo, él había llegado a ser en una especie de hermano para ella.Cuando le mencionó la idea a Maxim, él se había mostrado más que de acuerdo.—Un poco. Ni siquiera sé por qué. Amo a tu hermano y quiero casarme con él.—Es un momento importante en tu vida, es normal que sientas algo de nervios. Te sentirás mejor cuando veas a Maxim.—¿También te pusiste nervioso el día de tu boda?—Sí, más que nada porque temía que Sienna no apareciera.—¿Qué habrías hecho si eso hubiera sucedido?—Salir a buscarla
Maxim mecía a su hija, mientras se acercaba a la cuna que habían trasladado a su habitación. Él y Valeria habían dedicado meses a preparar una habitación especial para su bebé, pero cuando finalmente la trajeron a casa, no eran capaces de separarse de ella por mucho tiempo y menos de dejarla dormir en otra habitación. Sonrió al ver cómo la bebé hacía un mohín. Irina era tan delicada tierna y perfecta, que a veces le parecía irreal. Y también era demasiado pequeña. Aunque ya había ganado peso desde su nacimiento, dos semanas atrás, Maxim aún la veía diminuta, como si con un movimiento descuidado pudiera romperla.La primera vez que la sostuvo en sus brazos, un sudor frío había recorrido su espalda. Nunca había sentido tanto temor de cometer un error. Cada fibra de su ser había estado en tensión, temiendo aplastarla o dejarla caer. Pero mentiría si dijera que la inquietud había desaparecido por completo. Una parte de él sabía que ese temor nunca se desvanecería del todo. Siempre estarí
Valeria revisó el diseño en el que había estado trabajando la última semana, casi estaba finalizado, pero había algo en él que no terminaba de convencerla. Frunció los labios en señal de frustración mientras intentaba descifrar como hacer que cada parte funcionara en conjunto con el resto, pero finalmente soltó un suspiro y se rindió. No había nada que pudiera hacer para mejorarlo, no sin hacer cambios significativos, cambios que el cliente se negaba a aceptar.Su negocio había prosperado mucho en los últimos meses, y parte de ese éxito se lo debía a Maxim. Él tenía conexiones en todas partes y se había asegurado de promocionar su trabajo. Por supuesto, lo había consultado con ella primero. Al principio, Valeria dudó en aceptar su ayuda —su orgullo la impulsaba a querer lograr todo por sí misma. Maxim, sin embargo, le recordó que solo le estaba dando una mano, y que el mérito de mantener a sus clientes satisfechos dependería únicamente de ella y su talento. Con el tiempo, Valeria acept
Valeria miraba a través de la ventanilla del auto. Las sombras de las casas pasaban a toda velocidad mientras se acercaban cada vez más al cementerio. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visitado la tumba de su hermana y, hasta hace algunas semanas, no estaba segura de si algún día sería capaz de volver a hacerlo. Soltó un suspiro.—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó Maxim, tomando su mano con suavidad.—Sí —respondió, segura, y giró la cabeza para mirarlo.Sabía que a Maxim le preocupaba lo que esa visita al cementerio pudiera desatar en ella, pero necesitaba hacerlo. Era la única forma de cerrar la última puerta que la mantenía conectada a la parte más dolorosa de su pasado. No quería vivir el resto de su vida guardándole resentimiento a su hermana.Maxim la tomó del mentón y se inclinó para darle un beso suave.—Te amo –musitó él sobre sus labios.–Y yo a ti.Unos minutos más tarde, el auto se detuvo y la puerta se abrió. Maxim salió primero y le
Maxim sonrió con orgullo al ver a Valeria desenvolverse con naturalidad en medio de los invitados del evento de caridad. Ella brillaba, no solo por su belleza, sino por su soltura y confianza. El evento estaba saliendo mejor de lo que él había imaginado, y sabía que Valeria merecía gran parte del crédito. No solo había cumplido con el trabajo que le había encomendado, sino que se había asegurado que cada detalle saliera a la perfección, como si llevara una vida organizando ese tipo de eventos.Maxim notó que, aunque Valeria aún mantenía una sonrisa en su rostro, había un leve cansancio reflejado en sus ojos y en la postura de sus hombros. Era su trabajo cuidar de ella y con el tiempo se estaba volviendo muy bueno en notar ciertas cosas.Se disculpó con las personas que estaban hablando y tomando la mano de Valeria, la guio en dirección al fondo del salón.—Estoy agotada —dijo ella sentándose con un profundo suspiro.Maxim se acomodó en el asiento vacío junto a ella.—Mereces un descans
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