Al día siguiente, el ambiente en la mansión Bourth estaba tranquilo. Amatista y Enzo se encontraban en el jardín, disfrutando de una tarde relajada en unos sillones bajo la sombra. La brisa suave acariciaba sus rostros mientras conversaban de manera ligera y relajada, compartiendo risas y comentarios.
Enzo, como siempre, mantenía esa sonrisa tranquila que solo él sabía ofrecer, mientras observaba a Amatista con una mirada de complicidad. Habían pasado un par de días llenos de momentos divertidos y también de tensión, pero ahora solo había calma, aunque con un toque de nerviosismo que se colaba en el aire.
Mariel, la sirvienta, aún parecía algo incómoda después del incidente en la oficina. Amatista notaba su comportamiento cada vez que entraba o salía de la habitación, evitándolos a toda costa, sin mirarlos mucho a los ojos. Esto no pasó desapercibido para Enzo, quien también había notado que Mariel se marchaba rápidamente cada vez que se acercaba.
Tras un rato de charla entre risas, A