El ambiente en la mesa cambió ligeramente, aunque la mayoría de los presentes disfrutaban la incomodidad de Sofía.
Enzo, en cambio, seguía tan imperturbable como siempre.
No le interesaba su reacción.
Ni lo que pudiera pensar.
Solo ajustó mejor su agarre en Amatista, acomodándola con más cuidado contra su pecho, mientras la sentía respirar tranquila y acompasada.
Sofía se forzó a reír suavemente, buscando recuperar el control de la situación.
—Bueno, de todos modos, me alegra verte. —Dijo, bebiendo un poco de su trago.
—Lo mismo digo. —Enzo asintió con cortesía, aunque su interés en la conversación era mínimo.
Nicolás, queriendo aligerar la tensión, cambió el rumbo del diálogo.
—Y decime, Bourth, ¿siguen jugando al mismo nivel de apuestas? —Preguntó con una sonrisa pícara.
Mauro rió bajo.
—Eso suena a que perdiste varias veces contra él.
Nicolás bufó, moviendo la cabeza.
—Digamos que el maldito Bourth nunca dejaba ganar a nadie.
Enzo sonrió de lado, entretenido con la memoria.
—No me