Cynthia llegó a la Fundación acompañada por sus dos hijas, Clara y Estrella. Sus dos pequeñas caminaban de la mano, entre risas y susurros, tratando de no tropezar con las cajas y decoraciones apiladas para el evento. Clara, tenía ocho años, pero con cada evento, parecía de la edad de Estrella con su madurez. A pesar de la emoción del día, Cynthia notaba una sombra en su expresión, una tristeza que intentaba ocultar tras su sonrisa tímida.

Mientras saludaba al equipo y daba indicaciones para la última etapa de los preparativos, vió que Mathias se acercaba. Él siempre tenía esa presencia calmada y atenta que hacía que Cynthia se sintiera segura, aunque sabía que él también había comenzado a ocupar un lugar muy especial en su corazón.

—Cynthia —la llamó con suavidad, deteniéndose a su lado—. ¿Cómo le fue hoy a Clara en el colegio?

La pregunta hizo que Cynthia bajara un poco la mirada. La verdad era difícil de decir, pero sabía que Mathias se preocuparía tanto como ella.

—No muy bien —re