El camerino estaba lleno de movimiento: trajes colgados, maquillaje desordenado y flores por doquier. Estrella seguía sentada frente al espejo, con las mejillas aún enrojecidas por la emoción. Cynthia se inclinó detrás de ella, pasando sus dedos por el cabello aún húmedo de sudor.Su hija, por los nervios, había sudado su frente de la emoción.—Estuviste maravillosa —le dijo en voz baja, apenas audible, como si no quisiera romper el momento—. Lo lograste, mi amor. Fue impresionante lo que hiciste.Estrella se tensó al instante. Cynthia se adelantó y abrió la puerta solo un poco. En el umbral, parado con una postura torpe y nerviosa, estaba Daniel. Llevaba un ramo de flores en las manos, y detrás de él, discretas, pero con los ojos llenos de emoción, estaban su madre. La abuela paterna de Estrella y Clara, junto a su tía, Alejandra.Cynthia se levantó justo cuando tocaron suavemente la puerta. Ambas se giraron hacia la puerta.—¿Se puede? —preguntó, una voz grave y un tanto insegura.E
Ler mais