Capítulo 26: Spa, abuela.
La tarde había caído lentamente, como si el sol también sintiera la necesidad de tomar un respiro. Clara caminaba por la casa en silencio, arrastrando su unicornio de peluche por el pasillo como si fuera un compañero de batalla vencido. Desde que volvió del colegio, no había dicho una sola palabra.
Cynthia la observaba desde la cocina con un nudo en el estómago. No era solo tristeza lo que veía en su hija. Era una mezcla de decepción y desconcierto. Esa manera de mirar el suelo como si buscara allí las respuestas que los adultos no sabían darle.
En ese momento, Esther, su abuela, entró a la casa con su bolso colgando del brazo, una sonrisa tibia y la mirada sabia de quien ya había criado a sus propios hijos en tiempos difíciles.
—¿Y si hacemos algo diferente hoy? —preguntó, con un tono ligero, como si no estuviera observando también la tristeza de su nieta—. Algo solo para chicas hermosas.
Cynthia se giró, curiosa.
—¿Como qué?
—Un día de spa —respondió Esther, quitándose los zapatos c