146. UNA ESPERANZA
KAESAR:
Idra, la Alfa de una de las manadas más pequeñas y una de las más orgullosas entre las presentes, cruzó los brazos y me mantuvo la mirada con frialdad.
—Hablas de unión como si fuera simple, Kaesar —dijo, con un tono cargado de escepticismo—. Pero no puedes borrar conflictos de décadas con solo unas palabras. ¿Por qué deberíamos confiar en que esta vez será diferente? ¿Qué nos asegura que tus promesas no se disolverán como lo han hecho otras en el pasado?
Sabía que esta pregunta llegaría, y no solo de Idra. Otros Alfas asintieron ligeramente, respaldando su postura. El rencor y la duda pesaban entre ellos como cadenas invisibles, arrastrándolos al pasado que todos conocíamos demasiado bien.
—Tienes razón en dudar —respondí, elevando un poco más la voz para que todos me escucharan con claridad—. No puedo borrar siglos de desconfianza entre nosotros. No puedo garantizar que esto sea fácil, o que siempre estaremos de acuerdo. Pero sí puedo prometerles que si no hacemos esto