145. PREPARATIVOS Y TENSIONES
KAESAR:
Asentí, aunque mis instintos me pedían lo contrario. Mi lobo interno, Kian, gruñía de frustración dentro de mí, ansioso por la confrontación y exigiendo sangre. Pero no éramos solo Kian y yo. No podía darme el lujo de actuar por impulso cuando todo un futuro dependía de mi liderazgo.
—Que no se le acerque nadie —dije firmemente al guerrero que trajo las noticias—. Al menos hasta que nuestros exploradores confirmen si realmente está solo. No hay margen para errores.
Eron asintió y salió en dirección a la salida, sin esperar más instrucciones. La tensión seguía ahí, como un peso plomizo en el aire. Puse ambas manos sobre la mesa para estabilizarme, obligándome a pensar en el siguiente paso y no en la furia que bullía bajo mi piel. Rufén estaba cerca, demasiado cerca, y la mera idea de verlo cara a cara casi nublaba mi juicio.
Otar carraspeó, llamando mi atención una vez más. Su ceño estaba tan fruncido que parecía haber envejecido diez años en un instante.
—Sabes lo que