KAESAR:
Las runas brillaban con un fulgor tenue, como si quisieran hablarme, invocando recuerdos que no eran míos, pero que sentía en lo más profundo de mi ser. La historia de mis antepasados se deslizaba entre las sombras, cada palabra era un eco de lo que había sido, de lo que estaba por venir.
Kian se movía a mi lado, el instinto del lobo palpitante dentro de mí, sintiendo el flujo de energía que nos rodeaba. A medida que profundizábamos en la oscuridad, un frío extraño se apoderaba de nuestro ser, pero no era solo una brisa helada. Era la esencia misma de los secretos que custodiaban las sombras, un recordatorio de que el peligro acechaba, latente, esperando el momento oportuno para devorar nuestras esperanzas. —Debemos estar listos —susurré, más para mí que para Kian o Otar. Cada paso era una decisión. Cada latido de mi corazón era